Hay un día en el calendario que Daniel Scioli recordará de por vida. El 31 de agosto del 2011, cuando la Presidenta Cristina Kirchner recibió la noticia que había aparecido muerta la niña Candela Rodríguez, gritó desaforada que quería la cabeza del gobernador bonaerense, de su ministro de seguridad Ricardo Casal y del jefe de Policía con asiento en La Plata, Juan Carlos Paggi, a quien algunos jefes de la ex SIDE le dicen Papá Noel: “Es bueno pero no existe”.
En ese momento le informaron —entre otras cosas— las gravísimas fallas a los protocolos de seguridad que desembocaron en la muerte de la niña. Por decir algunas pocas: todos los que tendrían que haber preservado la escena del crimen la contaminaron a pisotones no bien encontrado el cadáver. En la policía bonaerense echaron a todos los expertos en la División Secuestros. Los investigadores del rapto de Candela provenían de otras divisiones, inexpertos en la resolución de delitos complejos como éste. Nunca se muestra el cuerpo para reconocimiento en el lugar del hallazgo y menos en una bolsa de residuos. Los protocolos están escritos y dicen que ese trámite doloroso sólo se realiza en la morgue.
Nadie dice si a Cristina le contaron la trama de narcotráfico que había alrededor de Carola Labrador, protegida por la gente de la gobernación de Buenos Aires por su miltancia kirchnerista que combinaba con impunidad para transitar el negocio de los estupefacientes.
Solo se sabe que aquel día Cristina Kirchner pidió la cabeza de Scioli y compañía, y después de las elecciones de octubre, la idea ya empieza a tomar forma organizativa. Hay un detalle que echó a correr la defensa del acusado Hugo Bermúdez que no sabemos si influyó o no en la determinación presidencial de acelerar los trámites para destituir al gobernador.
“Si Hugo Bermúdez hubiera violado a la niña, sus partes íntimas estarían muy maltrechas, si Bermúdez se baja los pantalones frente a un juzgado se darán cuenta que la acusación es infundada…”. A esa barbaridad de suposiciones llegan los entretelones del lamentable caso, que un detenido pida un peritaje de su miembro para demostrar que es tan enorme, que si hubiera sido el violador las consecuencias se habrían visto en el cadáver.
Tampoco es menor el reconocimiento que para evitar males mayores en la publicidad del incidente, haya sido Scioli quien contrató al estudio Burlando y pusiera en medio del escenario a otro personaje también cuestionado: el cura pedófilo Julio Grassi.
Fernando Burlando ya masticó el polvo de la derrota cuando la Justicia condenó a Daniel Bellini, cuya defensa hecha por el histriónico abogado terminó con la condena del ex rey de la noche del Oeste. Nada indica que a corto plazo Burlando le salve las ropas al enmohecido gobernador bonaerense.
El Proyecto Mariotto Gobernador es la idea de terminar con la carrera de Scioli no más allá del mes de marzo. Y junto con Gabriel Mariotto irían a La Plata las cabezas que designe La Cámpora. Posiblemente, el propio Máximo Kirchner esté manipulando la operación.
Hasta el mes pasado, Scioli era imprescindible para asegurarle votos a Cristina. De la legión de traidores seriales que tiene el peronismo de estos pagos —Alberto Fernández, Felipe Solá y hasta Eduardo Duhalde, a quien sus compañeros del fracaso de octubre acusan de haber recaudado 50 millones de pesos para la campaña y de habérselos girado a su propia cuenta personal, y fue Techint el manager de juntar ese dinero— ninguno de esos personajes que vuelven a tocar timbre en el kirchnerismo —como la letra del tango… “vuelvo vencido a la casita de mis viejos”— es capaz de juntar ni la décima parte de los votos de Scioli. Solá y Fernández son casi muertos que caminan, Duhalde y su mujer han pasado al olvido.
Pero ya está. Terminaron las elecciones y ahora aparece el rostro brutal de este proyecto. Apropiación de fondos de los ahorristas, autorización de subas de precios a las multinacionales amigas y hasta el insólito subsidio a las timbas de Cristóbal López. Y muy pronto, el golpe sorpresa para quedarse con las empresas del Grupo Hadad.
El único proyecto presidencialista con vistas de llegar sano y bien parado al lejano 2015 es el de Daniel Scioli. Mauricio Macri tiene un futuro tan frágil que depende de su buena fortuna. Un accidente en el Distrito Federal con las características de un pequeño Cromagnon, acabarían con él como terminaron con la aspiración presidencialista de Aníbal Ibarra.
Macri sigue jugando ingenuamente al franeleo con el kirchnerismo creyendo que así está a salvo de los complots. Un eufórico agente K dice que el ingeniero-gobernador porteño ya tiene su caballo de Troya: ¿Durán Barba ya le vendió su alma a la Casa Rosada? Es quien más conoce las debilidades de Macri, sus puntos frágiles, y ya se sabe que el ecuatoriano por unos cuantos billetes verdes hace cualquier cosa. Es sabido de encuentros semi secretos de Durán Barba con la presidenta.
¿Acaso Daniel Filmus no lloraba con su papá octogenario en conferencia de prensa y antes del ballotage porteño, y acusaba a Durán Barba de enlodar a su familia, y ahora Cristina Kirchner le hace arrumacos políticos al acusado de aquella conspiración?
Julio Mera Figueroa conocía en profundidad al peronismo y llamaba a eso “tirar la honra a los perros”.
Volviendo a la destitución de Daniel Scioli, nadie sabe cómo es el proyecto golpista ni qué forma tendrá, ni en qué tiempo exacto. Solo ven un obstáculo: que Hugo Moyano ya perdido definitivamente su vínculo con la Casa de Gobierno y afianzado cada día más con Scioli, intente un salvataje desesperado de la cabeza del gobernador metiendo cerca de mil camiones en los centros estratégicos de Buenos Aires, La Plata, Rosario, Córdoba y los principales centros neurálgicos del país. Una virtual paralización violenta de la actividad nacional al estilo de un 17 de octubre. Si suena absurda la idea de imaginar un nuevo 17 de octubre de la mano de Moyano-Scioli, con solo recordar que hace un año también parecía absurdo suponer que Cristina ganara una elección presidencial con más del 50 por ciento…. Ya nada parece alocado en la Argentina traumática de estos días.
Fuera de la gobernación bonaerense, sin caja propia, con el peronismo roto en mil pedazos y con cuatro años por delante, no es fácil imaginar a Daniel Scioli listo para arrebatar la banda y el bastón presidencial en el 2015.
Scioli reptó para hacer equilibro en el árbol K durante los últimos ocho años y le sumó su impresionante caudal de votos, pero ya no le sirve más. Martín Sabatella, el ex valijero de Juan Carlos Rousselot, tan felpudo como Scioli, sin embargo no logra entrar en los ánimos del elector bonaerense.
En España al arrastrado adulador —“chupamedias” en el moderno diccionario wordreference.com— le llaman “dar coba”, “chaquetero” , “pelotillero” , “tiralevitas” y hasta un término muy poco comprensible venido de Portugal ilustra la personalidad demostrada por Daniel: “Puxa-sacos”, le dicen al arrastrado en tierras lusitanas.
Próximamente, algunos detalles de la próxima caída de Daniel Scioli y el entronizamiento de Gabriel Mariotto y La Cámpora en la provincia de Buenos Aires.