Tarde y de manera desprolija, Nilda Garré, ministra de Seguridad, dio a conocer ascensos y pases a retiros en la plana mayor de Gendarmería, de Policía Federal y Prefectura Naval Argentina, luego del escándalo que se generó por la explosión del cuestionable Proyecto X.
El dato más importante lo da el hecho de que el comandante general Héctor Schenone, iniciador de este escándalo, aún sigue en su cargo. Conociendo la idiosincrasia del kirchnerismo, que suele eyectar a los funcionarios que aparecen en el ojo de la tormenta por este tipo de cuestiones, podría inferirse que Schenone no ha sido el cabecilla de la maniobra, sino más bien un eslabón que reportaba a sus superiores del Ejecutivo nacional.
Según publica este domingo diario La Nación, informantes oficiales habrían descontado “que si la Gendarmería hizo espionaje no fue por su propia cuenta, sino porque el Gobierno se lo requirió. ‘Todo lo que haga la fuerza está totalmente controlado por el Gobierno", dijo una fuente gubernamental’”.
Según refiere agencia Noticias Argentinas, los cambios más rutilantes se produjeron en la Gendarmería, donde se pasaron a retiro a nueve comandantes generales y se cambiaron a los jefes de las tres direcciones generales que posee y que forman parte de la cúpula.
Ellos son: el comandante general Jorge William Nieto (Dirección General de Personal), el comandante general Jorge Javier Cabral (Operaciones) y el comandante general Daniel Darío Pérez (Apoyo). Además, se pasó a retiro a los oficiales que conducían el Servicio de Administración Financiera de la institución, encabezado por el comandante mayor Oscar Guidone.
Las modificaciones fueron oficializadas luego de que Cristina Kirchner firmara la autorización. Por su parte, en la Policía Federal no hubo pases a retiro de personal en el máximo escalafón correspondiente a comisario general, pero en Prefectura pasaron a retiro dos prefectos generales.
Como contrapartida, fueron ascendidos 12 comisarios inspectores a comisarios mayores de la PFA¸ incluyendo a la primera mujer que llegó a esa jerarquía (Mabel Franco), y 34 comisarios a comisarios inspectores, consolidando un proceso de renovación generacional en la fuerza. Además, en Gendarmería ascendieron también 38 comandantes principales a comandantes mayores, mientras que en Prefectura Naval se aprobó el ascenso de tres prefectos mayores a generales, dos prefectos principales a prefectos mayores y 24 prefectos a prefectos principales.
Toda la movida parece más enfocada a escapar del escándalo que a aclarar la situación. No debe olvidarse algo que hoy recuerda La Nación: “Schenone goza de la confianza de Garré y de Cristina. Pero el Gobierno debe descomprimir ese conflicto con partidos políticos y fuerzas sociales que lo acusan de haber sobrepasado su propio límite de no criminalizar la protesta social”.
¿Puede suponerse que el titular de Gendarmería actuaba por su cuenta y sin reportar a nadie?
José María González