La tragedia de Once sigue dando qué hablar. Los medios de prensa, al menos, siguen desmenuzando la cuestión en sus páginas dominicales.
Hay mucho por contar y analizar aún y las explicaciones oficiales aún brillan por su ausencia. Una de las cuestiones que alguien deberá responder a nivel gubernamental es por qué a pesar de lo malo del servicio, el Estado persistió en subsidiar a las empresas concesionarias.
Por caso, un estudio de la consultora IDESA revela que en los últimos seis años los fondos aportados a TBA se triplicaron.
La consultora toma datos de la ASAP y de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte para puntualizar que:
-Entre los años 2005 y 2011, los subsidios del Estado a los trenes pasaron de $2.411 millones a $6.837 millones medidos en moneda constante a precios del año 2011.
-Entre los años 2005 y 2010 (último dato disponible), la cantidad de asientos disponibles en los trenes metropolitanos pasó desde 264 a 266 millones anuales.
-Entre los años 2005 y el 2011, la cantidad de gente que viajó en tren pagando su boleto cayó de 413 a 344 millones anuales.
La evidencia muestra que en el mismo período en que el monto de los subsidios, descontada la inflación, se multiplicó por 3, la inversión en cantidad y calidad del servicio —aproximada por los asientos disponibles— aumentó un mísero 1% y la gente que paga su boleto cayó un 17%. Es decir, mientras los subsidios crecen, el servicio se deteriora. Las empresas se despreocupan por cobrar boletos y por la calidad del servicio porque mucho más importante es esforzarse para capturar los subsidios.
IDESA asegura que "el Gobierno priorizó el congelamiento de la tarifa, para lo cual se concentró en distribuir discrecionalmente subsidios y relajó los controles. El resultado obvio es que las empresas concesionarias priorizaron congraciarse con los funcionarios que administran los subsidios y descuidaron la calidad y la seguridad de los servicios".
Hacé clic acá para descargar el informe de IDESA
Carlos Forte