Si bien en un principio se mostró despreocupado por las acusaciones en su contra en el marco del expediente "Ciccone", Amado Boudou ha descubierto en los últimos días que su situación es más complicada de lo que presumía. Por lo pronto, dos expedientes investigan su participación en una trama que es claramente incompatible con sus potestades de funcionario público, uno de ellos iniciado por quien escribe estas líneas.
Tal vez esa desesperación haya sido la que llevó al Vicepresidente de la Nación a contratar a un abogado severamente cuestionado a nivel profesional y ético, pero muy eficiente a la hora de hacer lobby judicial.
Se trata de Jacobo Grossman, fuertemenete vinculado al influyente ministro de la Corte Suprema, Raúl Zaffaroni.
El letrado ostenta un oscuro pasado, ya que estuvo detenido en la década del 70 por diversos secuestros extorsivos y debió ser indultado para conocer la libertad.
El abogado del diablo
Jacobo Grossman nació en 1946. Es abogado graduado en la Universidad de Buenos Aires y, aunque cueste creerlo, fue director de Relaciones Institucionales del INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo) desde 1999 hasta 2001. También fue asesor de la entonces senadora Graciela Fernández Meijide en la comisión de libertad de expresión del HSN y de la diputada Mary Sánchez.
Por si esto no fuera lo suficientemente asombroso, tuvo su cuota de participación en la reforma de la Constitución Nacional del año 1994, asesorando a Zaffaroni en temas de la Comisión Nacional de Legislación Legal (Planta transitoria Cat-A4).
Quienes conocen al juez en profundidad, aseguran que Grossman tiene enorme influencia sobre su persona. "Algunos de los fallos más increíbles atribuidos a Zaffaroni tienen la pluma de Grossman", aseguró a este periodista hace años una fuente que supo trabajar con el magistrado.
Lo cierto es que Jacobo ostenta un pasado que lo avergüenza: fue apresado junto a su entonces novia Mirta Graciela Fabris y estuvo detenido en la cárcel de Caseros luego del cobro del rescate por el secuestro del presidente de Pepsi Cola.
Fue capturado el 6 de julio de 1976 por el ejército acusado de tener "asiduos contactos con personas de la agrupación Montoneros" y de ser espía israelí. Si bien Grossman ha tratado de compararse con los detenidos-desaparecidos que fueron "chupados" ilegalmente en los 70, no deja de llamar la atención que nunca fuera torturado ni desaparecido.
De hecho, Grossman fue condenado a 25 años de prisión y permaneció detenido aún después del regreso de la democracia argentina. Sólo fue liberado después de ser indultado, luego de haber sido señalado —junto a otro preso de nombre Miguen Angel Corgola— por la muerte de un recluso en el interior de un camión celular en junio de 1985.
Concluyendo
Amado Boudou es libre de contratar a quien le plazca para llevar adelante su defensa profesional. Sin embargo, llama la atención que se arriesgue al escarnio público de vincularse a una persona como Jacobo Grossman. ¿Cuánto demorarán los medios en descubrir lo mismo que hoy revela Tribuna de Periodistas?
Es probable que el vicepresidente juegue todas sus fichas al fuerte lobby que sabe llevar adelante el abogado. Es lo único que explicaría la decisión que llevó adelante en las últimas horas.
Si esto se confirmara, sería todo un síntoma de cuál es la percepción que Boudou tiene de sí mismo respecto de su propia situación judicial.