Según declaraciones del jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, emitidas ayer lunes, el Gobierno tiene tiempo de hablar o de gobernar. No para ambas.
“A los comentaristas que dicen que no damos conferencias de prensa o que hablamos poco, les digo que no se preocupen. Si hablamos poco es porque estamos trabajando”, dijo en el marco del Encuentro Latinoamericano de Telecomunicaciones. "Algunos pretenden que hablemos más para que gobernemos menos", concluyó el funcionario frente a las numerosas críticas que viene afrontando el gobierno kirchnerista al evadir conferencias de prensa con preguntas. Eso sí, se olvidó de Cristina.
Según un artículo de diario La Nación, si se le aplica el razonamiento del jefe de Gabinete a la Presidenta, se llegaría a la conclusión de que ella casi nunca gobierna porque se la pasa hablando. Por más improbable que Abal Medina haya querido expresar justamente eso, resulta raro que desconozca que Cristina ostenta el récord de ser el presidente que más palabras ha emitido en toda la historia argentina, por supuesto sin lugar a preguntas de los periodistas y mucha autorreferencia.
Solo durante el primer mandato, la presidenta difundió alrededor de 1.440.000 palabras públicas, esto es el equivalente a dos Biblias completas. 12 piezas oratorias, más de una por día hábil, ninguna breve. Allí está incluida la exposición institucional del 1º de marzo ante la asamblea legislativa, que con tres horas veinte resultó ser, en su tipo, la más extensa de la historia.
Esto significa que la propia presidenta es viva muestra de que la afirmación de Abal Medina, según el cual cuanto más se habla menos se gobierna, es falsa. Aunque quizás quiso referirse a una limitación que le es propia y no a deficiencias ajenas. O tal vez el jefe de Gabinete confundió disertar unidireccionalmente con responder preguntas sobre los temas que más aquejan a la sociedad.