Con una expresión poco feliz, “levantarla en pala”, Cristina Kirchner anunció que el 4 de junio, en principio, el ingeniero Miguel Galuccio asumiría al frente del Directorio de la nueva YPF nacionalizada (no estatal).

El Estado no nacionalizó, solo se aseguró el gerenciamiento de lo que debe, o no, hacer la petrolera al hacerse del 51% de las acciones.

Se repite, la Presidenta, en expresiones y gestos poco agradables —cada vez con más frecuencia— se excede en lo netamente verborrágico, pasando a expresiones soeces, no esperables en una mandataria, como la de volcar la palma hacia arriba juntando los dedos, todo dentro del marco del guión escenográfico al que ya tiene a varios acostumbrados. Nada dijo la sobre los miles de millones de deuda que asume el Estado, a través del déficit operativo, falta de inversión y del endeudamiento en el cual embarca a las provincias, las cuales piden a gritos el retorno de las cuasi monedas antes que analizar “know how” de inversión petrolera lejos de su alcance.

Cristina Fernández apelará a la repetitiva fórmula K: las provincias se arrodillarán una vez más, podrán la firma, y el Estado nacional imprimirá los billetes para los costos locales —impuesto inflacionario democráticamente abonado por todos y todas— o desviará recursos federales para el caso que necesite abonar costos al extranjero (verdes billetes). Todos los demás, estamos siempre para aplaudir.

Ya en las vísperas de la aprobación de la ley que consagró la expropiación de acciones de Repsol —hecho bastante políticamente sostenido en la arbitrariedad de que sean las de Repsol y no otras (podría haber expropiado las de la familia Eskenazi, por ejemplo)— Cristina había expresado en el sentido de señalar que la “nueva YPF” no sería un lugar para becarios y vagos. ¿Pensaría en los jóvenes ignotos amigos de su hijo Máximo, que se agrupan bajo el rótulo de goma “La Cámpora”?

Lo concreto es que el peligro de transformar YPF en una segunda Aerolíneas salta al pensamiento de quien se aproxima al tema, pero, paradojalmente, este problema está lejos de ser el más trascendente. En la actual coyuntura sería solo miscelánea, la punta del iceberg.

La YPF estatal, hasta la época de Alfonsín, se manejaba ciertamente con todos los vicios y sangrías típicas de las empresas del Estado: combustible a pagar el Día del Arquero para decenas de organismos públicos, manejos financieros espurios y corrupción generalizada.

La diferencia con Aerolíneas —u otras empresas públicas de aquel entonces— al igual que hoy día, no solo consiste en las dimensiones físicas, sino en el negocio geo estratégico y en los volúmenes de inversión y financiación, así como las ganancias que ello irroga.

 En concreto, YPF, así y todo, daba y dar) para todo, era y será sangrada, endeudada, mutilada y robada por los mismos empleados o funcionarios de manera desembozada u “hormiga”.

En concreto, temores existen de un gran fracaso, no solo por el desmanejo general sobre las empresas, sino, por la particular situación de endeudamiento y vaciamiento en la cual el Estado toma el control de la firma, que rondaría los 35.000 millones de pesos, a lo que se le debería sumar el déficit operativo y la falta de inversión que no se sabe muy bien de dónde provendrá, aunque algunos hablan de Pemex y un desembarco del Obeso Slim (valga el oxímoron) de la mano del legendario y exilado Vaca Narvaja.

El quid de la inversión

Dentro del esquema de desastre general de desinversión y falta de confianza en el que vive el país, que como una ola negra ha caído sobre nuestra economía en los últimos años, se encuentra el caso de la YPF como un asunto paradigmático. No solo Repsol optó por consumirse todas las reservas posibles, sino que jugó decididamente a la quiebra.

Dificultosamente podrá el Estado inyectar los cientos y miles de dólares que hacen falta invertir, al punto que, de señalar algunos economistas que de no haberse tomado esta decisión (control gerencial, aunque debería haberse expropiado el 100% sin reconocer a los que nada pusieron, como Ezquenazi), la empresa se hubiera encontrado en la situación de transformarse en inoperativa y hubiera quebrado, salvo un salvataje financiero excepcional por parte del Estado (cuando no) o del sector financiero local atento el mercado externo se encuentra más que vedado por propia decisión oficial.

El ciclo de quebranto forzado impuesto por los capitales británicos a Repsol filial Argentina (YPF), no era más que la respuesta esperable a las altas retenciones que se impusieron a las exportaciones de petróleo local en el orden del 70% variable, como no pudieron con la 125 en el caso del campo. Esto sumado al forzamiento de precios máximos a los combustibles, que encima no se cumplen.

Ambas políticas, a la larga, transformaban el negocio en imposible, máxime cuando el barril en el mercado se cotiza por encima de los U$S100 y subiendo.

Nada debería extrañar ya, salvo la lentitud y espera para nacionalizar YPF, cosa que la cual Néstor Kirchner nunca estuvo de acuerdo, dado que en su presidencia el desastre energético no había inundado la agenda, como hoy ocurre.

El estado de quebranto, necesariamente se hubiera trasladado al Estado argentino, que solo reacciona cuando la brecha negativa (rojo energético con el exterior) superó ampliamente los U$S10.000 en 2011. Lo será aún peor en 2012, desastre que se arrastra, en menor cifra, desde 2009, lo que hubo de producir viajes acalorados y de urgencia a Qatar, el besamanos (impresentable) con Khadafi y la ignominia de una nación a la que se le pide tierra a cambio de inversiones.

La crisis es gravísima

Entre el “imaginario YPF”, a la “realidad YPF” existe un buen trecho. 20 años, no es nada, pero es mucho.

El modelo Estenssoro, amén de no haber sido nunca cierto, tampoco era bueno. Se decía que consistía en “reconvertir” la firma, rememorando el modelo del IRI italiano, lo cual fue falso. El polémico presidente, padre de la actual senadora nacional, María Eugenia Estenssoro (CC) y primo del ex presidente boliviano, Víctor Paz Estenssoro, nunca fue bien visto por los ypefianos que ya sabían de su desarrollo en SOL y que nada bueno traía a la YPF real, la del Estado nacional.

Estenssoro falleció en un accidente de muy dudosa investigación, con versiones y acusaciones que nunca se pudieron comprobar y muy probablemente fuera usado por la mafia menemista, que lo único que pretendía era dar el paso “del dintel” para luego hacerse de los fondos de la venta de las acciones. En esa época, el mandamás de las privatizaciones era el Ministro Dromi, hoy asesor estrella del ministro de Planificación Federal Julio De Vido, recitando doctrinas diametralmente opuestas a las de aquel entonces, a gusto del consumidor poderoso de turno.

Sin hacer historia —que muchos de los protagonistas de buena fe la pueden hacer— ya se han vivido dos fenómenos de corte total de gas a la industria en lo que va del 2012. Los buques regasificadores inyectan en Escobar y La Plata a full, y la producción no subiría en lo inmediato. Se importa gas. Se importa nafta. Se importa gasoil y fuel oil (pésimo a Venezuela). Es esperable que este invierno se haga sentir el corte toda vez que la temperatura en las horas de más consumo, baje más de la cuenta.

El panorama en cuanto al gasoil es también dramático, dado que pone en riesgo el sector agropecuario de los transgénicos —soya, aceite, y demás cereales— siendo muy oneroso en las zonas productivas, y siendo estas exportaciones la verdadera base de supervivencia (o matriz) económica del kirchnerato: un modelo de agroexportación de granos transgénicos.

En cuanto al combustible para particulares, es de esperar un aumento que se sentirá más en Buenos Aires, ya que en el interior se está pagando casi $8, como se pudo comprobar en San Luis en estos días y, una apertura del mercado local para evitar el espanto de las demás petroleras, en especial las que operan en el rubro minorista.

¿Y Enarsa?

Un capítulo especial que no se debate lo suficiente es el fallido Enarsa, una oficina de negocios más que una empresa, en la cual no existe un verdadero control de los gastos por parte del Congreso u otros organismos de control que ya se han transformado en delegaciones del Ejecutivo y solo controlan el acceso/egreso de sus propios empleados, a lo sumo, y de a ratos.

El “modelo Enarsa” de negocios debe ser uno de los mayores fracasos de Kirchner, y aún no se sabe bien ni qué hace, ni para qué está, ni en qué va a terminar.

Si Enarsa supo asegurar los “mastiquines” menores de la pléyade de pingüinos, funcionarios y funcionarillos de segunda y tercera línea, como también ocurría con YPF, en donde se toque saltará pus, pero ya sabemos que los senadores y diputados de la oposición no tienen muchas ganas de investigar y la Justicia Federal ya se sabe cómo contesta todas las denuncias de corrupción.

En principio, se conoce de un caso de contratación directa de una ambulancia y un enfermero que costó $ 50.000, dado lo “complicado de desarrollar la actividad en la batería de producción”. Botones, muestras del coladero diario al que veremos crecer y crecer. Es sabido que el sur es complicado, pero esto roza la exageración. Los contratos están en Internet, pero los fiscales y los legisladores parecen no encontrar las páginas.

Dicen que no habrá “ñoquis” en la nueva YPF, pero que tampoco habrá YPF estatal

El nuevo gerente General de YPF —un ingeniero del ITBA de 43 años nacido en Paraná— sería Miguel Galluccio.

En principio, se deberá dedicar a comprar combustible, cosa que el relato no anunciará en el Salón Blanco u otros del Hollywood personal cristinista.

Se desconoce de dónde sacará los recursos para invertir en un país que viene de un duelo con 51 muertos y 780 heridos por el choque de tren, en donde no se pueden comprar cuatro compresores de aire para evitar las matanzas en formaciones ferroviarias como la de Once, hace 2 meses y pico, o la de San Miguel hace un año.

El joven Galluccio aparece con experiencia en el rubro privado, una nueva camada de profesionales, egresado del ITBA, en la especialización en petróleo. Es apadrinado por un ultra K, el gobernador entrerriano Sergio Urribarri. Dicen que pese a su corta edad, cuenta con una experiencia solvente y un alto grado de especialización.

Sin embargo, se puede afirmar que se encontrará con muchas dificultades, no solo por su formación en el ámbito multinacional —que siempre responde a intereses de las grandes— sino que además, porque deberá soportar la concreción material del mito del eterno retorno, una YPF asaltada por los díscolos e híper ambiciosos camporistas, los embates de Guillermo Moreno, las presiones de los gobernadores a la hora de poner los aumentos necesarios de capital, las operaciones de Olivos, etc.

Debe ser muy estudioso del petróleo, pero no se sabe si es muy dúctil de kirchnerismo el ingeniero Galluccio. Sería muy aconsejable, tal vez, que le pegue una llamadita al ex ministro Miguel Peirano, o al ex ministro Martín Lousteau, para que les cuente como es ser kirchnerista y firmar algunos papeles.

Se le desea suerte y fortaleza estomacal.

José Terenzio