Tanto desde el Gobierno, pasando por muchos miembros de la inexistente oposición, hasta muchísimos ciudadanos argentinos —aproximadamente el 60%— no solo celebraron la sanción de
Creo, en lo personal, y sin temor a equivocarme, que en realidad el 3 de mayo efectivamente va ser un día para recordar, pero no para celebrar. Algo así como el día en que Adolfo Rodríguez Saá anunció esa loca idea del default y una legión de inconcientes aplaudía fervorosamente como si hubiésemos ganado un mundial de fútbol.
Las muestras de ineficiencia que ha dado hasta ahora el Gobierno Nacional hacen suponer, a las claras, que la “nacionalización” de YPF va, inexorablemente, a otro rotundo fracaso, como todo lo que está administrando y controlando el Estado, gobierno mediante.
Podemos citar, como ejemplos, el Correo Argentino, AySa, Aerolíneas Argentinas, y ni hablar de las empresas fantasma Enarsa y Lafsa.
YPF, sin dudas, podría ser el claro ejemplo de por donde pasa la realidad Argentina, y lo podemos demostrar a través de lo siguiente:
1- Si bien es cierto que Repsol vació la empresa, no hubo reinversiones y tampoco aumentó su producción, todo esto fue avalado y legitimado por el mismísimo gobierno, hecho que por sí solo es gravísimo.
2- La verdadera razón de la expropiación es la falta de recursos económicos, la falta de fondos. El Estado despilfarró a diestra y siniestra fondos públicos durante años e YPF es para el kirchnerismo solo un botín para poder hacer caja, como lo fueron las AFJP y el Banco Central. Todo lo demás, es “pura cháchara”, como decía Vicente Leónidas Saadi.
3- La manera prepotente, patotera e inconstitucional en que se llevó a cabo la expropiación muestra, a las claras, la metodología autoritaria y demagógica del kirchnerismo.
4- Quedó expuesta, además, la inexistencia de la oposición, ya que, sabiendo cuáles son los verdaderos fines del gobierno, la inmensa mayoría de diputados y senadores opositores votaron a favor de
5- Como dijimos, todas las irregularidades que se cometieron, fueron avaladas por el gobierno, ergo, si no tienen la capacidad de ni si quiera controlar la empresa, mucho menos la van a poder administrar.
6- ¿Por qué se expropia solo el 51% de la empresa y no se hace lo mismo con el porcentaje que posee la familia Eskenazi? Eso habla de cuáles son las verdaderas intenciones del oficialismo.
7- Erróneamente a lo que cree la inmensa mayoría de los ciudadanos comunes, y aquí hay una gran trampa, YPF no se estatizó, sino que pasará a ser una empresa de capitales mixtos, ya que si fuera del Estado, la empresa debería ser sometida a controles a los que, de ninguna manera, el kirchnerismo estaría dispuesto a tolerar.
8- Otro punto que no se dice —y mucho menos lo dicen los oficialistas— es que YPF por sí misma no tiene recursos, capacidad, infraestructura, tecnología, capital y recursos humanos como para manejarla. De hecho, a la empresa Shell ya le fueron concedidas tres áreas de exploración y explotación en la provincia de Neuquén. Entonces, ¿dónde nos metemos el discursito nacionalista?
De tal manera, bajo ningún punto de vista se puede decir que el 3 de mayo será un día histórico o para celebrar en el futuro, sino todo lo contrario. Esta última aventura —última solo por ahora, porque la falta de fondos hará que vayan por más, léase Telefónica, Edenor y Edesur— es la muestra más gráfica del equivocado camino por el que estamos transitando.
Ojala no tengamos que recordar el 3 de mayo como el principio del fin, o el comienzo gráfico, palpable y literal de la decadencia del kirchnerismo y, por ende, del país.
De ninguna manera se puede estar en contra de que el Estado maneje, controle y hasta regule los recursos naturales, especialmente los hidrocarburos. El problema no es ese, sino: en primer lugar, cómo se hace, el método; segundo, quiénes son los responsables, una caterva de inoperantes encabezados por Julio De Vido, ni más ni menos. Solo basta con mirar el desastre que se viene produciendo con Aerolíneas Argentinas.
Para finalizar, y para graficar que efectivamente hoy YPF es la más clara muestra de la realidad por la que estamos atravesando, una reflexión: ¿No termina siendo gracioso que tanta gente aplauda a Cristina por intervenir una empresa que ya estaba intervenida por ella misma? ¿No vació y hundió la firma ella misma junto a sus funcionarios? ¿Cómo pueden hablar hoy de ello como si se tratara del desfalco de gobiernos anteriores?
No podemos negar que es realmente cómico ver a los aplaudidores compulsivos, a los que hasta se les pianta un lagrimón de emoción por tanta garra y patriotismo.
Pablo Dócimo
Twitter: @pablo_docimo