Finalmente, a través de una rimbombante e innecesaria Cadena Nacional, Cristina Kirchner hizo pública la firma del decreto 660, el cual promulgó la ley 26.741 sancionada ayer mismo por el Congreso. Allí, se declara de "interés público nacional" el "autoabastecimiento de hidrocarburos", así como su "exploración, explotación, industrialización y comercialización". ¿Creerá la Presidenta que esa mera proclama alcanzará para auto sustentar a la Argentina y empaparla de combustible? ¿Por qué su discurso careció de detalles sobre quién y cómo invertirá para hacer ese complicado trabajo?

Citando al premio Nobel de Economía, Paul Krugman, Cristina dio un encendido discurso en el cual, como se preveía, presentó al ingeniero Miguel Galuccio como nuevo titular de la petrolera con mayoría estatal. "La idea es una YPF moderna, competitiva, profesional, con una dirección política que tienda al superávit y una producción carburífera que sostenga el empleo y la actividad económica", sostuvo la mandataria. Eso sí, jamás dio los detalles de cómo esto se llevará a cabo, en el marco de una economía que cada vez sufre mayor contracción y restricciones oficiales. Dicho sea de paso, Cristina debería leer mejor a Krugman, ya que el economista ha insistido hasta el hartazgo en que, para salir de la crisis actual, debe incentivarse la demanda. En la Argentina, obviamente ello no ocurre.

Más adelante, sin aparente necesidad, la titular del Ejecutivo insistió en embestir contra la prensa: "Impresiona la intención de algunos medios de dañar la imagen, no sólo de esta Presidenta, sino de 40 millones de argentinos, donde además están ellos, sus empresas y sus publicidades". ¿Qué necesidad había de hacer semejante acusación en el marco del festejo de la aprobación de una ley con mayorías pocas veces vista? ¿Qué daño pudo hacer el periodismo si la normativa se pudo sancionar con total tranquilidad para el oficialismo?

En otro tramo de su conferencia, Cristina criticó tanto a aquellos que hacen piquetes como a los sindicalistas que "pueden comprar dólares". Nadie supo entender a quién o quiénes se refería, aunque muchos imaginaron inmediatamente la figura de Hugo Moyano. "Hay que comprender que aún nos falta mucho y que sindicato no viene de corporación ni de secta, sino de solidaridad", señaló con inusual dureza.

Con ese mismo tono, la mandataria cargó contra quienes "la juntaron en pala en los últimos nueve años". ¿Cómo se atrevió a tanto, siendo que su patrimonio creció un 3.540% entre 2003 y 2011? ¿Cómo atacar a quienes acopian dólares luego del escándalo que se generó por la compra de dos millones de billetes verdes por parte de su extinto marido?

Cristina comete un grave error cuando se insiste en ese tipo de señalamientos, no solo porque aún no ha explicado debidamente la desaparición de los 564 millones de dólares que conformaban los célebres fondos de Santa Cruz, sino también porque gran parte de sus ahorros reposan fuera del país y en moneda norteamericana, de acuerdo a su propia declaración jurada. En ese contexto, ¿cómo puede la Presidenta pedir a los empresarios que reinviertan sus ganancias en la Argentina?

Tampoco ha sido acertada la crítica oficial efectuada a la actividad de Repsol-YPF en los últimos nueve años. Debe recordarse que el “coordinador” Roberto Baratta, mano derecha de Julio De Vido, ha sido uno de los que firmó todos y cada uno de los balances de esa firma como representante del Estado. ¿No hay una suerte de complicidad en ese acto? ¿Por qué nunca se denunció antes el vaciamiento de la empresa? ¿Olvidó Cristina que el propio De Vido ponderó a fines de 2010 el trabajo de esa firma y juró que habría gas “para los próximos 90 años”?

Hay una postal más cruda de la hipocresía oficial: en el año 2003, cuando Néstor Kirchner llegó al poder, la Argentina exportaba combustible por 4 mil millones de dólares; hoy se importa por 14 mil millones.

Para complementar ese dato, me veo obligado a recordar que Tribuna de Periodistas publicó durante 2008 y 2009 media docena de artículos que desmenuzaban y denunciaban cómo Repsol-YPF vaciaba sus propias arcas merced a balances "truchos".

En esos días, los mismos funcionarios del Ministerio de Planificación que hoy comulgan con De Vido —con este a la cabeza—, llamaban a la redacción de este periódico y exigían que se rectificara la información. Lejos de querer conocer la verdad, insistían en taparla de toda manera posible.

Aunque todo parece haberse dicho, para saber qué ocurrirá a futuro con YPF basta observar cómo han sido los antecedentes del Estado kirchnerista administrando firmas como Aerolíneas Argentinas y Enarsa. Si a alguno le cabe alguna duda, solo debe tener presente las siguientes palabras, pronunciadas hoy por la Presidenta: “La petrolera será profesional, pero eso no quiere decir que no tenga dirección política”.

Más claro, echarle agua… Evian.

Christian Sanz
Twitter: @cesanz1