Este jueves, la presidenta Cristina Kirchner habló durante 40 minutos ante el Comité de Descolonización de Naciones Unidas la soberanía de las islas Malvinas. “No les pedimos que digan que las Malvinas son argentinas. Sólo les pedimos que se sienten a dialogar. ¿Puede alguien en el mundo contemporáneo negarse a dialogar?”, planteó la mandataria al referirse a la negativa del Reino Unido de discutir sobre esta disputa, tal como lo establecen varias resoluciones de Naciones Unidas desde 1965.
Sin embargo, llamó la atención la cortante actitud del canciller Héctor Timerman cuando se negó a recibir una carta que Michael Summer —miembro de la Asamblea Legislativa isleña— quiso entregarle con un mensaje para la Presidenta, al finalizar la sesión del Comité “Envíenla a mi embajada”, dijo Timerman, sin más palabras.
"Tengo una carta del Gobierno de las Islas Malvinas, que invita al Gobierno de la República Argentina a sentarse y escuchar las opiniones de los habitantes de las Islas, y entablar un diálogo, diseñado para encontrar la manera de cooperar en asuntos de interés mutuo, y para preservar el medio ambiente del Atlántico Sur Occidental en beneficio de las futuras generaciones de habitantes de las islas y los argentinos, como lo hicimos antes de las sanciones por impuesta por la Argentina contra nuestro pueblo. Invito a la delegación argentina que me permita acercarse a su mesa con el fin de entregar la carta”, le dijo Summers a Timerman ante la imposibilidad de permitírsele acercarse a la Presidenta.
"Estamos muy decepcionados de que la Presidenta de la República Argentina se haya negado a aceptar una invitación del Gobierno de la Islas Malvinas a sentarse y discutir. Esto es representativo de la política del Gobierno argentino para con el pueblo de las Islas. Ignorarnos, negar nuestros derechos humanos, y negar nuestros derechos como pueblo a determinar su propio futuro", indicó Summers luego de la actitud del canciller argentino.
Hay que recordar que la Argentina no reconoce a los habitantes de las islas como interlocutores en la disputa por la soberanía. Sin embargo, resulta contradictorio el pedido de “sentarse a dialogar” que pidió la jefa de Estado con la actitud del Timerman, cuando la carta de los kelpers pedía exactamente lo mismo.