El titular de la AFIP Ricardo Echegaray, sostiene que la recaudación impositiva sigue creciendo. Afirmó que últimamente esta había subido un 25% más en los siete meses transcurridos del 2012, comparando con igual período del año anterior. Pero como siempre ocurre con el relato oficial, se omiten “los pequeños detalles”.
El “pequeño detalle” en este caso, es el impuesto inflacionario.
La realidad es que tanto en el año 2010 como en el 2011, los precios minoristas se inflaron alrededor de un 20 a 25 % cada año, y en lo que va del 2012 van oscilando desde el 25 % hacia el 30 %, dato que surge de los indicadores oficiales elaborados por las provincias.
La estrategia no constituye ninguna novedad. En el modelo vigente en el país desde el año 2003, siempre se elaboraron y aprobaron presupuestos anuales en los que se proyectan recursos tributarios a percibir en el futuro ejercicio, por una cuantía muy inferior a la efectivamente esperable.
Esto se hace, para simular milagrosos excedentes proclamados posteriormente a los cuatro vientos desde los atriles oficiales como “superávit fiscal”.
Como dicho superávit es obviamente ficticio, ya que proviene de la proyección subestimada de ingresos que cada año hace el Ejecutivo en el Presupuesto Nacional, el Gobierno Nacional dispone de él de manera absolutamente discrecional.
Y si a eso le agregamos el índice de inflación padecida por los sectores medios y bajos de la población, cuyo indicador difiere bastante del elaborado por el Indec, concluimos que en los últimos años, el supuesto “superávit fiscal” solo se hizo posible gracias al impuesto inflacionario.
Siguiendo con la descripción de lo informado por la AFIP, se observa por ejemplo un 50,1 % de “superávit” en concepto de derechos de exportación, Superávit que se produce gracias a la suba en el precio internacional de la soja y no porque las exportaciones hayan superado a las importaciones. Éste último “milagro” tuvo lugar también a las patadas, siguiendo el clásico estilo Guillermo Moreno que cerró el ingreso al país de casi todo, paralizando industrias, dejando sin ciertos insumos indispensables a hospitales, sin medicación crítica a personas con enfermedades terminales, etc.
En cuanto al IVA, si bien lo recaudado estuvo casi un 19 % por encima del mismo período del año anterior, una inflación actual real rondando el 25 %, deja en evidencia la caída de la actividad económica en términos reales. Lo recaudado por créditos y débitos en cuenta corriente no alcanzó el 10 % en 12 meses.
Lo mismo ocurre con el Impuesto a las Ganancias. El “superávit” algo superior al 28 %, se originó en las subas salariales otorgadas en las últimas paritarias. Al no modificarse el mínimo no imponible, cientos de trabajadores antes no alcanzados, ahora deben pagarlo y otros que sí lo hacían, ahora deben hacerlo en una proporción mayor.
Además, el nivel de empleo en blanco, siempre según la AFIP, parece no haber sufrido alteraciones. El punto es que el ingreso de recursos en concepto de seguridad social creció el mes pasado más del 30 %, es decir, paralelo a la inflación real.
El pasado mes de julio, el monotributo sufrió un considerable aumento, favoreciendo fuertemente la recaudación por aportes jubilatorios y obras sociales.
El aparato de inteligencia fiscal funciona cada día mejor aceitado, y la proliferación de contratos de locación de servicios, mayoritariamente de personas menores de 30 años en el Estado Nacional, sigue creciendo de manera exponencial, a quienes se les exige el cumplimiento incondicional del pago del mencionado impuesto para poder cobrar cada mes.
Varias empresas del sector privado vienen suspendiendo o reduciendo personal, o cerrando sus puertas ¿Bajó realmente el desempleo?
Lo concreto es que parece que en Argentina continúa la fiesta, por eso, siempre según el relato oficial “hay superávit fiscal”
Nidia Osimani
Twitter: @nidiaosimani