No hay quien lo niegue en Casa de Gobierno: la movida del próximo 8 de noviembre tiene a Cristina Kirchner a mal traer. Incluso hay quienes aseguran que el cuadro de lipotimia que sufrió esta semana, se debió a los nervios que le provoca la cercanía de esa fecha.
Esa incomodidad motivó la creatividad en las redes sociales y ciertos sitios de Internet que imaginan jugadas gubernamentales imposibles, como contramarchas y avance sobre la sociedad por parte de la Gendarmería nacional. La cabeza de la Presidenta, por suerte, lejos se encuentra de esas ideas.
¿Cuál será entonces la estrategia para contrarrestar los nocivos efectos del 8N? Mayormente anuncios de diversa índole, algunos políticos y otros sociales. Por ejemplo, según revela Mariano Obarrio en diario La Nación, Cristina programó cuatro días de apariciones, con tres videoconferencias cada una, con fuertes anuncios, inauguraciones y definiciones.
Por lo que trascendió oficialmente, el lunes próximo a las 18 h, la mandataria encabezará un acto en Tecnópolis que se transmitiría por cadena nacional y al mismo tiempo hará teleconferencias con Santiago del Estero, Salta y Almirante Brown, en territorio bonaerense.
El martes, hablará desde la Casa Rosada con San Luis, La Pampa y Puerto Madryn. El miércoles no se sabe qué hará, aunque el jueves, día de la protesta en sí, presidirá un acto en Ezeiza al mediodía, horas antes en línea directa con Tucumán y Tecnópolis.
"La idea es que los anuncios licúen el contenido de la marcha del 8-N. Pero están todos bajo siete llaves. No se sabe nada", dijo ayer a ese matutino un alto funcionario de la Casa Rosada. Puertas afuera de la Casa Rosada, la línea argumental es quitarle importancia a la protesta. "Ni la consideramos, no nos parece relevante", dijo otro vocero.
Mientras esto ocurre, hay funcionarios que insisten en llenarle la cabeza a Cristina con ideas de supuestos intentos de desestabilización contra su gobierno. Ella les cree, pero cada vez menos.
El motivo es sencillo: se trata de los mismos que hasta ahora erraron en todos sus pronósitcos y cuyas ideas no sirvieron para acrecentar la figura presidencial, sino todo lo contrario. Al top de la "llenada de cabeza" a Cristina hay dos polémicos diputados, Carlos Kunkel y Diana Conti. El desgaste que sufren ambos se debe a lo antedicho: nada de lo que profetizaron se cumplió, y la Presidenta se los ha hecho saber de la única manera que sabe, eclipsándolos.
El 8N es una realidad demasiado cercana, ¿le alcanzarán a Cristina todos sus anuncios para debilitar el significado de esa fecha? Es algo que se sabrá el jueves que viene. Habrá que esperar.
Diego Golberg
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