Este viernes, Cristina Kirchner se convirtió casi por arte de magia en la principal promotora de las futuras manifestaciones que harán los mismos ciudadanos que anoche no encontraron eco oficial a sus reclamos.
Es que, hace instantes, en el marco de un acto que llevó adelante con intendentes del conurbano, la Presidenta decidió "ningunear" la masiva marcha que se dio este jueves. "Nos han instalado determinados títulos, como muletillas, sin argumentación. Existe un formidable aparato cultural para que los argentinos tengan una idea distorsionada de su propio país", aseguró Cristina rodeada por sus propios ministros, obsecuentes ellos.
Después de lo ocurrido ayer, ¿puede persistir la mandataria en decir que la voluntad popular de la ciudadanía puede ser manipulada por personas ajenas a sus propios intereses personales?
Más temprano, el ex jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, insistió con la idea de la dispersión de los reclamos de los manifestantes. "No logro comprender hacia dónde va el mensaje", aseguró el hoy senador. ¿Qué tan complicado es entender que la sociedad se hartó de la corrupción, la inseguridad y la intolerancia del kirchnerismo? ¿No son consignas de una claridad abrumadora?
Intentando mostrar algo de pluralidad, Cristina volvió a decir que "no tenemos que pensar todos lo mismo. Lo que enriquece a un país es poder convivir y tener un objetivo común: la Patria". ¿Es que alguien puso en duda ese concepto anoche? ¿No hay acaso mejor defensa de la Patria que lo que sucedió hace apenas unas horas, donde más de un millón de ciudadanos se mostraron unidos contra la corrupción?
No solo "ningunea" la mandataria a la ciudadanía en su discurso, sino también en los hechos. Al mantener en su cargo a funcionarios ímprobos de la talla de Amado Boudou y Julio De Vido, el mensaje es claro: el modelo seguirá como hasta ahora.
La furia social ya empezó a manifestarse de diversas maneras, incluso a través de las tan denostadas redes sociales. Hay quienes incluso ya le pusieron fecha a una nueva marcha: el 6 de diciembre.
Esto jamás habría ocurrido si Cristina hubiera dado un mínimo mensaje de entendimiento al pueblo que anoche salió a copar diversas partes de la Argentina.
Ergo, deber reconocérsele a la Presidenta el hecho de ser, junto a sus ministros, la mejor gestora de manifestaciones que involucran a grupos tan heterogéneos como dispersos, solo unidos por la indignación común.
Otra cuestión que hay que admitirle a Cristina es el "sincericidio" que cometió en el mismo acto oficial. Allí dijo que su gobierno no es parte de un "modelo económico sino de un proyecto político". Ahora está claro por qué las finanzas argentinas se manejan como se manejan, solo enfocadas a enriquecer a funcionarios K y cooptar voluntades varias. Jamás para resolver los problemas de fondo.
Ante todo lo dicho, ¿cómo evitar que surjan explosiones populares como la de anoche? Mal que le pese a Cristina, no existe una mega conspiración contra ella, solo el reclamo legítimo y pacífico de una fracción cada vez mayor de personas que se hartaron de que les tomen el pelo.
Es así de sencillo, lo demás es fantasía inconducente y torpe, que solo surge de las más afiebradas mentes de ciertos funcionarios oficiales. Escuchar a estos últimos y no a los indignados ciudadanos va a llevar a Cristina al peor de los escenarios posibles. Uno que ocurrió hace poco más de diez años.
Christian Sanz
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