La guita que se maneja son tres lucas”, me dice el tipo con una tranquilidad que me provoca cierto temor. Luego, con avergonzante incertidumbre, repregunto:
-“¿Cuánta guita significan tres lucas?”
-“Tres mil millones de dólares”, dispara sin anestesia el espontáneo interlocutor, mientras me mira como no entendiendo mi ignorancia.
Esa cifra, ni más ni menos, es la que se está manejando entre Zulema Yoma y Carlos Menem para tapar algunos de los aspectos referidos a los negocios del segundo y, tal vez, para tapar parte de los motivos que provocaron la muerte de Carlos Menem junior.
Quizá en ese marco, justamente, haya que entender las palabras dichas por Zulemita Menem en el programa de Susana Giménez cuando comentó –no por casualidad- que a su madre no le interesaba saber quien había matado a Junior, que solo le importaba que no se dijera que Carlitos era un tipo imprudente a la hora de pilotear un helicóptero.
Lo cierto es que, en el tándem Menem-Yoma, existen ciertos códigos que tal vez nunca lleguemos a descubrir. Códigos que maneja dicha familia y que representan, en el fondo, una madeja de intereses que chocan entre sí constantemente. Códigos que se muestran en evidencia toda vez que alguien rompe el silencio y se atreve a aparecer en los medios de comunicación.
En medio de todo lo dicho, hay aspectos que son los que deberían interesarnos realmente y otros que solo son solo amarillas banalidades.
¿Qué carajo me importa si Menem y la Bolocca se quieren o no? ¿A quién le interesa si Zulemita y su padre tienen un amor normal o incestuoso? ¿Mejora mi vida saber que Carlos Menem es más o menos mujeriego que otros hombres?
Más allá de eso, sí hay un aspecto realmente periodístico que se filtra en medio de todo este culebrón y que deberíamos aprovechar. Es momento de volver a hablar sobre ciertas espinosas cosas que a veces se nos pasan por alto. ¿Porqué no volver a indagar sobre la fortuna de Carlos Menem? ¿De dónde sacó Zulemita los 6 millones de dólares que tiene? ¿Porqué no se habla de la muerte de Carlos Menem hijo? ¿Porqué ese tema es tabú en algunos medios, como –por ejemplo- en el Grupo Clarín? ¿Porqué a Menem no le interesa averiguar nada sobre el tema?
Esas preguntas, que debieran ser respondidas por sus propios protagonistas, ni siquiera son formuladas por los medios. Es tremendo. Es inexcusable.
Sólo nos interesan ciertos detalles morbosos que nada afectan nuestras vidas.
Yo tuve oportunidad de convivir con esos códigos internos de la familia Yoma. En mi investigación sobre la muerte de Carlos Menem hijo, he visto a Zulema una veintena de veces. Escuché y ví en su entorno cosas tremendas. Cosas que nunca contaría porque tienen estrecha relación con su vida privada, una línea que no debe ser cruzada por el periodismo bajo ningún concepto.
Diferente es cuando hablamos ya de dinero. Ninguna de las cosas de las que hablamos puede ni debe negociarse.
Zulema Yoma es una persona que actualmente no tiene un peso. No ha sabido, luego de su divorcio con Carlos Menem, acordar una buena división de bienes y, de hecho, ella se ha quedado sin nada para sí.
Esa necesidad la lleva, por momentos, a tener que sentarse a “transar” ciertas cosas. Es lo que la lleva muchas veces a decir que sabe cosas que no quiere contar.
El reflejo de lo dicho es lo que a veces vemos en sus declaraciones a través de los medios. Toda vez que la veo en televisión me pregunto si estará presionando a alguien o estará siendo realmente espontánea.
Nunca lo sabré.
Eso sí, si en algún momento se la empieza a ver con mucho dinero de manera abrupta, sabré como terminó lo que me dijo mi confiable fuente: muy bien para Zulema…pero muy mal para todos nosotros.