José Luis Cabezas era una persona extrovertida. A lo largo de cinco temporadas en Pinamar había logrado concentrar una importante cantidad de fuentes informativas. Una de ellas era el ex intendente de Pinamar Rafael El Rafa De Vito, en esos días dueño del más importante corralón de materiales de la zona y del balneario Cocodrilo.
“El Rafa” supo mantener una excelente relación con Eduardo Duhalde y fue el principal artífice para que el gobernador comprara una casa en Pinamar por 60.000 dólares que llegó a tasarse en 150.000: De Vito le hizo un precio especial por los materiales que utilizó el gobernador para refaccionar su casa. A menos de 100 metros del chalet, rodeado de guardaespaldas, fue visto por última vez José Luis Cabezas con vida.
Cristina y Candela, la mujer y la hija menor del fotógrafo, ocuparon durante enero una carpa en Cocodrilo. Cuando Cabezas quiso pagar el alquiler, El Rafa le contestó: "Yo no te puedo cobrar. ¿O vos no sabés lo que te quiero?"
Después del homicidio, Rafael De Vito dijo otra cosa.
-“¿Qué opinión le merece el homicidio de José Luis Cabezas?”, le preguntó revista Noticias.
-“Es un hecho aberrante”, respondió De Vito.
-“¿Usted tenía relación con él?”
-“Sí, lo conocía de verlo trabajar. Pero no tenía ninguna relación personal.”
Episodio II: investigar a la víctima
Desde el mismo momento en el que mataron a José Luis Cabezas, muchos de los policías que investigaban ese homicidio hicieron notables esfuerzos para intentar demostrar que el mismo tenía que ver con la vida personal del fotógrafo y no con su actividad profesional.
De ese tenor fueron las primeras preguntas que recibieron los compañeros del fotógrafo, cuatro horas antes de que se presentara el juez José Luis Macchi en la comisaría de Madariaga. Esa línea también recibió refuerzos inesperados.
Un ex comisario de la Policía Bonaerense vinculado a la ex SIDE informalmente, hizo cuatro llamadas en dos días a la redacción de Noticias insistiendo en la cuestión de que "hay que investigar a la víctima".
Blas Altieri, entonces intendente de Pinamar —y con una relación muy particular con Alfredo Yabrán—, intentó jugar al límite y lanzó el martes 28 de enero de 1997 una definición muy elocuente respecto al asesinato de Cabezas: "Yabrán no tiene nada que ver con el caso".
Episodio III: el factor Badía
El miércoles 29, una persona le acercó a un periodista de Canal 13 una caja vacía de esposas. "Yo trabajo en el edificio 'Marinas II' y encontré esto en las cocheras", dijo el hombre antes de salir corriendo. Ese era el edificio donde se había alojado el compañero de Cabezas, Gabriel Michi, durante su estadía en Pinamar. La caja resultó ser el envoltorio de unas esposas de juguete.
El domingo 26, un productor del programa de Juan Alberto Badía encontró un teléfono celular Miniphone. Luego de hacerlo llegar a la redacción de Noticias, fue entregado al comisario inspector Carlos Rossi, jefe del grupo operativo de la investigación.
Los policías alentaron en ese momento esperanzas alrededor del teléfono y algunos llegaron a sostener ante los medios que pertenecía a Cabezas, a pesar de que el fotógrafo nunca tuvo celular. El aparato fue descubierto semienterrado en las cercanías de la casa de Oscar Andreani, en el mismo lugar donde estaba el Ford Fiesta.