Una de las facetas más atroces de la índole humana, es esa falta de solidaridad a nivel específico; esto es a nivel mundial. Los prejuicios xenofóbicos predominan, y el color de la piel, del cabello, si es enrulado, lacio, rubio, castaño o negro retinto, sus facciones, ojos grandes o pequeños, claros, oscuros, rasgados, nariz, labios, pómulos barbilla, etc. nos lo corroboran. Todo esto junto con “las formas de pensar” y las intolerancias, tiene que ver con las fobias inconsistentes e injustas.
No existe el concepto de unidad de especie, y el racismo se constituye en una plaga generadora de guerras, y por ende de invasiones, masacres, dominaciones y otras lacras. En una palabra: injusticias.
Mientras que en el resto de los animales, aparte del hombre, son las especies las que se protegen frente a otras especies por razones de supervivencia, en el caso de la clasificada arbitrariamente como “especie Homo sapiens (que según mi hipótesis, es en realidad un conjunto de subespecies), hay ataques interespecíficos.
Esta mortífera lacra con potencial aniquilador, se ha hecho patente en el, (no hace mucho en nuestra era), enfrentamiento ideológico entre dos bloques que piensan en forma opuesta.
Si bien hoy arribamos a una cierta etapa de tolerancia a nivel mundial, no sabemos hasta cuando ésta será sostenible. De todos modos, ha quedado siempre latente la posibilidad de que, de disentir dos bloques mundiales importantes y poderosos, dada la mortífera y aniquiladora tecnología de guerra de la actualidad –que será incrementada seguramente en el futuro- es posible la destrucción de buena parte de la humanidad, y ¡esto es la locura máxima! La posibilidad del holocausto final a la nada existe y no es cuestión de subestimar su probabilidad.
Este –a todas luces- es otro error de la naturaleza, y van… ¿Error en derivar como inteligente y consciente al hombre, tras su paso desde que era un “oscuro” animal, hacia las luces del intelecto? Una vez que toda especie de animal inferior al hombre pasara hipotéticamente a tornarse inteligente (como lo ha sido el hombre desde los primates) para darse cuenta de las posibilidades que le brinda el entorno, ¿se volvería contra sí misma? Si hipotéticos millones de especies de animales, adquirieran por evolución, una inteligencia como la humana, ¿harían lo mismo que el hombre? Una vez enterado, cada espécimen, de todo lo que puede hacer en el mundo, ¿echaría mano de los más mortíferos artefactos para destruirse un bando contra otro, como si existiera cierta ley universal en tal sentido?
Sostendría que no, y que todo se debe, por desgracia, a la básica índole de la naturaleza humana proclive muchas veces hacia lo negativo.
Toda conducta se halla encerrada en el código genético, aunque a veces sólo como potencial, que podría hallarse repetido a nivel universal; en ese ácido desoxirribonucleico de las especies telúricas, para aflorar, si se dan las circunstancias desencadenantes u oportunidades para ello, en cualquier otro planeta aparte de nuestro sistema solar, en otras formas de vida (por supuesto que no en el nuestro, donde el hombre durante cierta etapa ideó y creyó ver marcianos, venusinos y otros cuerpos planetarios, inventando las fantasiosos miríadas de novelas, artículos, películas… con “platos voladores”, marcianos, venusinos, etc. etc. todo con fines de lucro a costa de los crédulos).
Como corolario, ¿qué me queda decir? Vivamos todos los habitantes de nuestro querido (muchas veces mal querido) planeta lo mejor posible ética y racionalmente; mejorémoslo para ser habitable en su totalidad, lo mejor posible en un cosmopolitismo total. Tiremos a los trastos todas las pseudociencias habidas y por haber. Adoptemos un solo idioma universal, una sola meta: hermanados. Sin enconos, sin guerras olvidando el pasado en su faceta maligna, sin fobias para los demás, mejorar siempre. ¿Patria única?: el planeta Tierra.
Nuestras generaciones futuras, nos estarán eternamente agradecidas.
Ladislao Vadas