Es más que evidente que la pata económica del "modelo" se rompió hace rato, y es más que evidente, además, que el Gobierno no le puede encontrar la salida al nefasto laberinto que ellos mismos crearon.
Un dato curioso y sobresaliente es que es la administración en la cual menos tiene relevancia un Ministro de Economía, pero que a su vez la economía está manejada por cinco personas, a saber: Ricardo Echegaray, titular de la AFIP; el viceministro de Economía, Axel Kicillof; el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno; Mercedes Marcó del Pont, presidenta del Banco Central de la República Argentina y Hernán Lorenzino, ministro de Economía.
Más allá de no poder resolver el problema de la inflación y el alza prácticamente imparable del dólar, la pregunta es: ¿Devaluar o no devaluar?, y ante los diferentes puntos de vista, tanto a favor como en contra surge otro interrogante: ¿Es bueno o es malo devaluar?
Para tener un panorama un poco más amplio, veamos cinco puntos fundamentales para saber de qué se trata devaluar y tratar de entender de manera más clara si nos conviene o no aplicar la tan mentada y temida devaluación.
1- ¿Que es, técnicamente, devaluar?
La devaluación es la pérdida del poder adquisitivo de una moneda con respecto a las otras monedas (recordemos que la inflación es la pérdida del poder adquisitivo de la moneda con respecto a los distintos Bienes de la economía)
2- ¿Hay que devaluar?
No se puede contestar si hay que devaluar sin examinar el contexto. Para ello se deben analizar los precios de bienes similares en las distintas monedas y en los distintos países: no pueden existir diferencias significativas entre dichos precios, todos van a tender a un mismo valor. Si no es así, comienzan las distorsiones en los mercados, a saber: mercado negro, contrabando, etc.
Un buen indicador de precios / cotización de monedas es el índice Big Mac.
3- ¿Por qué?
Si nos basamos en el contexto actual, la devaluación, tarde o temprano, es algo ineludible, ya que el precio del dólar quedó retrasado respecto a la inflación. Por lo tanto, se produce un gran desfasaje entre productos a importar y exportar.
El más claro ejemplo es cuando a finales de los 90 el dólar quedó muy "barato" respecto al peso, entonces convenía importar y no exportar, produciendo las consecuencias que todos conocemos. Algo similar es lo que está ocurriendo actualmente.
4- ¿Cuáles serían los beneficios y las contras de una devaluación?
Beneficios: la eliminación de las distorsiones de precios relativos para los mismos bienes de distintas economías.
Ataca a la recesión de los países con monedas sobrevaluadas, ya que de no ser así los precios internos de los productos son más altos que los importados, por lo cual dichos bienes no son rentables de producir en el país.
Se incrementa el flujo de turistas en el país
En consecuencia, y tal como se vio siempre en la Argentina, una devaluación produce un incremento en los niveles productivos con su consecuente reactivación.
Contras: La pérdida del poder adquisitivo de la moneda y de los salarios e ingresos respecto de los bienes importados, tanto físicos como de servicios.
Incremento de costos de insumos importados, que afectan el precio de los bienes producidos internamente con los mismos.
Incremento en los costos de maquinarias y repuestos provenientes del exterior, lo cual puede provocar atraso tecnológico.
5- En la práctica, ¿existe una devaluación encubierta?
La devaluación encubierta se da cuando el mercado considera que el precio de la moneda fijado por un gobierno es ficticio, alejado de la realidad.
En consecuencia, las transacciones se realizan en forma totalmente independiente del valor que el gobierno fija, otorgando un valor que los distintos actores de la economía están dispuestos a pagar.
Hoy, el dólar blue en la Argentina es el fiel reflejo de una devaluación encubierta.
Como podemos apreciar, devaluar, si bien en la práctica ya se ha hecho, tiene sus pro y sus contras, pero lamentablemente es el precio que debemos aplicar por haber tenido durante diez años una política económica populista, basada en despilfarros, un excesivo gasto público, subsidios y castigando al sector más productivo del país, el campo, con altísimas retenciones.
El kirchnerismo creó a su propio Frankenstein, y ahora no sabe cómo matarlo.
Pablo Dócimo
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