Se definen los impuestos distorsivos como aquellos que influyen en la decisión de demanda de los agentes económicos o afectan directa o indirectamente el desarrollo de la actividad económica, pasando de un 15% a comienzos de los
Asimismo, en los últimos 12 años, el incremento más preponderante se produjo en concepto de retenciones, las que constituyen alrededor del 25% de los ingresos porcentuales más altos del Producto Bruto Interno.
El importante crecimiento de la presión tributaria, compuesta fundamentalmente por el impuesto al cheque, los derechos de exportación, las tasas municipales y el Impuesto sobre los Ingresos Brutos se explica por el sustancial incremento del gasto público que el Estado necesita financiar, dentro del cual los impuestos distorsivos tienen una significativa relevancia en el esquema de la estructura tributaria nacional.
En este escenario, el Impuesto a las Ganancias representa algo más del 20% de la participación, Ingresos Brutos ronda el 15% y el Impuesto a los créditos y débitos bancarios se aproxima al 20%.
A lo enunciado en párrafos anteriores, y desde la perspectiva privada, es necesario añadir los salarios y las erogaciones en concepto de seguridad social, cuya contracara fue una inversión real directa apenas superior al 10% participativa del aumento del tamaño del aparato estatal, lo cual implica una cada vez mayor restricción del desarrollo de éste sector, de manera progresivamente generalizada, para sostener el gasto público.
Nidia Osimani
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