La verborragia y las contradicciones de Hebe de Bonafini no son casuales. Desde que reapareció en escena, Cristina Fernández de Kirchner, se ha movido en una forma similar. En medio de la peor corrida económica desde diciembre del 2001 a la fecha, Cristina arremetió contra los bancos pero imploró que los argentinos vuelvan a confiar sus ahorros en esos mismos bancos. Contradicciones de un modelo contradictorio por naturaleza.
Hebe de Bonafini ninguneó a Jorge Lanata en una entrevista televisiva preguntándole a su ex compañera de viaje en Detrás de las Noticias, quién era el conductor de Periodismo Para Todos. Lanata debe haber sido uno de los periodistas que más se la jugó por la Madre de Plaza de Mayo, no sólo en los ochenta, sino en los momentos en que el escándalo Schoklender amenazaba con desacreditarla, aún más, ante la opinión pública. Pero las operaciones de prensa, el plan “Con los pañuelos más” —ideado desde el matutino Tiempo Argentino por orden del gobierno— y la fastuosa cantidad de dinero que bajaron los publicistas del gobierno, consiguieron despegar a Hebe de los Schoklender. Al menos por un tiempo.
Bonafini criticó a los que compran dólares, dijo desconfiar de Daniel Scioli pues “habla con todos” y que sus candidatos preferidos a Presidente son Carlos Tomada y Aníbal Fernández. Ahí sí fue coherente. A Tomada se le financiaron gastos de su campaña por instalarse como candidato a jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires en el 2011. Algo que no prosperó. Fernández fue el estratega de la defensa judicial de Bonafini. ¿Recordará Hebe que el ex intendente de Quilmes atesoraba una alta suma de ahorros en moneda extranjera? Eran los tiempos en que Cristina le ponía el bonete y todo…
Marcelo Hugo Tinelli ya no es criticado por Bonafini. Sus productos televisivos han dejado de ser una “bosta” para la sociedad. Hoy, el creador de Showmatch está al frente de la cruzada que más le preocupa al gobierno: no se trata de la economía sino del Fútbol para Todos.
En las últimas semanas, Bonafini, justificó la corrupción policial, se quejó de los usuarios sin luz que cortaban una calle pues tenían “el freezer lleno de comida”, atacó a los compradores de dólares, a los automovilistas que cargan nafta en Shell, a los remarcadotes de precios, a los periodistas “de mierda”, a la oposición, al “que no va a llegar a nada” —por Macri—, al traidor de Sergio Massa, a “la Carrió”, a los que vendieron la sangre de sus hijos y siguen las firmas.
Nada dijo que su Fundación no pagó la luz durante ocho años como publiqué en Perfil.com ni tampoco explicó su defensa al régimen de Corea del Norte en el que, según ella, los soldados se horrorizaron cuando les contó que el ejército argentino desapareció personas. Mientras tanto, su progresismo como el de Cristina, siguió defendiendo a su General, César Milani, y a la plana mayor de ministros y funcionarios amigos. ¿Cómo se explica que un modelo que se autotitula progresismo termina apoyándose en Alejandro Granados –conocido por salir a cazar buchones por los campos de Ezeiza-, Sergio Berni y el citado Milani?
El kirchnerismo se victimiza y prepara el terreno de un supuesto vigésimo noveno intento de golpe, está vez, económico. Se acuerdan de Alfonsín y equiparan sus penurias con las actuales. Justamente Alfonsín, el presidente que Bonafini más criticó durante su gestión, incluso por su política relacionada con los derechos humanos, la búsqueda de la verdad y la justicia. Contradicciones de Hebe como las de Ella.
Luis Gasulla
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