La aparición del nieto de Estela de Carlotto en el día de ayer, sigue generando conmoción en la sociedad, ya que se trata de una historia sorprendente y emotiva. También provoca desconfianza —creciente— por ciertas cuestiones que parecen no encajar.
No es la primera vez que la titular de Abuelas de Plaza de Mayo cree haber encontrado a su nieto. Ocurrió en, al menos, dos oportunidades, una de ellas con escándalo incluido.
Fue el caso de Roberto Julián Gutiérrez, quien fue parte de una trama de terror cuando alguien hizo llegar el rumor a Carlotto de que podía ser su abuela.
El culebrón se hizo público cuando el propio Gutiérrez acusó a Ricardo Ramón Parodi Lascano, ex titular de la Secretaría Especial dependiente de la Jueza María Romilda Servini de Cubría, por los supuestos delitos de “cohecho pasivo y falsedad ideológica agravada por su condición de funcionario público”.
A través de una denuncia penal, Gutiérrez relató que en el marco de una causa por violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura, caratulada “Minicucci, Federico Antonio y otros s/privación ilegal de la libertad y sustracción de menores de 10 años”, en la que Estela de Carlotto es querellante, fue citado al juzgado de Servini de Cubría en mayo de 2001.
El damnificado relató que Parodi Lascano le dijo textualmente: “Bueno, Roberto vos sabés que sos adoptado". A lo que el joven contestó inmediatamente: " No, no lo sabía”.
"Hasta aquel momento desconocía que era hijo adoptivo del matrimonio compuesto por Amanda Lucía Lucatelli y Roberto Primitivo Gutiérrez”, relató él mismo.
Según la presentación penal, la jueza Servini de Cubría le dijo luego “que la causa se había iniciado por una denuncia anónima presentada ante Abuelas”.
Gutiérrez pudo leer el expediente de adopción y se enteró de que había sido abandonado por su familia biológica en una estación de trenes de la provincia de Buenos Aires.
Él mismo aceptó someterse a dos extracciones de sangre para sendos exámenes de ADN, pero cinco años después terminó enterándose que los resultados eran negativos: no era nieto de Carlotto, ni tampoco hijo de otros desaparecidos, pese a que aún se sigue cotejando su patrón genético con el banco de datos de la organización humanitaria.
“Me habían obligado a descubrir circunstancias sobre mi identidad que, tanto en ese momento de incertidumbre como en la actualidad, sostuve y confirmo, hubiera preferido no conocer o, por lo menos, que sean mis padres adoptivos y yo quienes pudiéramos decidir aquello. Sobre todo a las luces del infructuoso resultado al que finalmente se arribó”, sostuvo el hombre en la denuncia, relatada en su momento por diario Perfil.
Gutiérrez imputó a la jueza los supuestos delitos de “cohecho agravado por su condición de magistrada, falsedad ideológica agravada por su condición de funcionaria pública, prevaricato, e incumplimiento de la obligación de promover la persecución y represión de los delincuentes”.
En comunicación con Tribuna de Periodistas, el damnificado cuestionó a Carlotto: “Esta mujer es tan distinta de como la ven todos, es nefasta.... cuando fui citado por Servini de Cubría me di cuenta de lo insensible que es; conocí bien el negocio de los DDHH que formó con su familia”, dijo Gutiérrez.
Y agregó algo inquietante: “Es sabido que (Carlotto) ha manejado muchas veces los ADN en el Banco Nacional de Datos Genéticos”.
Finalmente, Gutiérrez recordó que, por todo lo ocurrido, denunció a la titular de Abuelas de Plaza de Mayo y la jueza Servini de Cubría ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. “La causa sigue abierta”, añadió.
Los detalles de la pesadilla vivida por Gutiérrez pueden consultarse hasta el día de hoy en el juzgado Federal número 12 a cargo de Sergio Torres. Lleva el número 6572/07.