El constante movimiento de partículas organizadas que conforman un ente que puede pensar, trasladarse, sufrir, amar…gozar, somos nosotros, los denominados seres humanos. Es como si se lanzaran innumerables bolitas por distintos canales o tuberías preparadas de antemano, construidas también de… ¡bolitas!
Cada bolita con una misión o trabajo a realizar a su paso hasta encontrar finalmente obstáculos insalvables y cesar todo impulso inicial (muerte).
Así es lanzado el ser vivo desde la etapa de óvulo fecundado hacia una carrera que puede durar minutos, días meses, años, siglos o milenios (árboles), según la especie, creando sus propios “canales” de dirección por los cuales se encaminan nuevos elementos creadores a su vez de nuevos caminos predeterminados potencialmente en el código genético (ADN). Y esto desde la primera célula, hasta arribar al final del plan estructurado, para desmembrarse toda esa organización bioquímica ya inconexa entre sí, dejando de actuar entonces la interrelación molecular organizada.
Aunque, por supuesto, no todo termina ahí, pues otros seres vivientes se hacen cargo de las sustancias bioquímicas detenidas en su carrera viviente. Toda suerte de microorganismos e insectos necrófagos animales carroñeros (amén de los carnívoros) obligarán a los elementos que formaban tejidos vivos, a circular por su propia trama para proseguir dando vida.
De modo que, en realidad está mal dicho que “el ser vivo es lanzado desde su estado de óvulo fecundado hacia la carrera de la vida”. En realidad, no hay “ser vivo definitivo” ninguno en el óvulo ni en el feto, ni en el niño recién nacido, ni en el individuo adulto, sino un constante fluir de los elementos químicos del entorno (agua, alimentos, sustancias minerales del suelo absorbidas por los vegetales) hacia ciertos canales, compuesto precisamente por esas sustancias.
En ese fluir, durante ese paso de los elementos químicos por esas estructuras, es cuando se produce la manifestación que denominamos “vida, como algo que se mantiene en suspensión -a veces a duras penas porque tiende al desequilibrio constantemente-.
Repito, no hay “ser vivo” en sentido absoluto, definitivo, estático, sino paso de elementos químicos que interactúan con sus capas electrónicas (quimismo), por sendas predeterminadas en el ADN y construidas precisamente del mismo material.
Es como si se agruparan moléculas para formar tubos a lo lago de los cuales irán a pasar también las moléculas Pero las moléculas no son simples bolitas inertes, sino elementos con actividad propia que en contacto con otros, manifiestan algo, en este caso la vida, como fenómeno secundario, jamás primario.
No hay seres vivientes que toman elementos para darse más vida, sino que hay procesos de los cuales surge la vida.
Esto significa que eso que denominamos vida, puede ser comparable con una máquina que se autoconstruye (según se calcula para la futura robótica) y permite circular corriente eléctrica por si misma y se pone en marcha a sí misma.
Para terminar con esta nota, un paradigma muy figurativo podría ser tomado de la zoología. Ciertas hormigas sudamericanas nómadas que avanzan por el terreno desparramadas en busca de alimento, al llegar la noche se agrupan para formar un verdadero nido con sus propios cuerpos entrelazados, con cavidades y conductos cuyas paredes están formadas por los propios insectos y por los cuales circulan los individuos.
Ladislao Vadas