El gobierno nacional insiste en su estrategia de no hacerse cargo de lo que pasa y echarle la culpa de todo a terceras personas.
Esta semana, por caso, la ministra de Seguridad, María Cecilia Rodríguez —que dicho sea de paso nadie sabe aún qué es lo que está haciendo para combatir la inseguridad— afirmó sin ponerse colorada que el 19% de los delitos que se cometen en la Argentina son responsabilidad de extranjeros.
Mencionado de manera más simple: 2 de cada 10 hechos criminales que ocurren en el país, son potestad de personas foráneas.
Esos dichos van en consonancia con el discurso de Sergio Berni, el secretario de Seguridad que en realidad es el que manda en esa cartera, por sobre Rodríguez.
Esta escalada contra los extranjeros, no solo es peligrosa, sino que es falaz.
En realidad, la delincuencia que compromete a extranjeros es de apenas el 6%, de acuerdo al último informe de la Comisión Bicameral de Seguridad Interior de la Nación. Justamente, se titula: “Estadísticas desmienten que los inmigrantes cometan más delitos que los argentinos”.
Allí aparece un dato más elocuente aún: hay más presos argentinos en Bolivia, Paraguay, Uruguay que ciudadanos de esas nacionalidades encarcelados en Argentina
No significa esto que no haya que combatir el delito cometido por extranjeros, pero debe hacerse sin estigmatizar a nadie en particular y sin mentir con las estadísticas.
Así fuera cierto que el 20% de los delitos los cometen personas de otros países, ¿qué hacemos con el 80% restante? ¿Por qué la dupla Berni-Rodríguez omite hablar de ello?
Se puede criticar mucho al kirchnerismo pero no se puede decir que no es coherente. Si observamos lo que el gobierno hizo en otros tópicos veremos que se trata de la misma estrategia. Dice el oficialismo que:
-La culpa de la crisis del campo no es responsabilidad de las medidas tomadas por la Casa Rosada, ni de su política impositiva, que avanza cada vez más con su aspiradora tributaria. No, la culpa es de los propios ruralistas, que no solo la quieren "toda para ellos", sino que además no quisieron compartir sus millonarios ingresos en julio de 2008, provocando una severa crisis político-económica.
-La culpa de la inflación no es del gobierno, que emite dinero a diestra y siniestra de manera descontrolada. No, la responsabilidad es de los comerciantes que quieren desangrar al pueblo argentino cobrando cada vez más caros sus productos.
-La culpa de la crisis económica no es de Cristina y su séquito, que imponen medidas restrictivas a la importación, imponen un cepo al dólar y buscan aplicar leyes de la dictadura para controlar a los empresarios. No, el error es de estos últimos, que tienen un pacto secretísimo con los fondos buitre para complicar al gobierno y hacer que caiga.
-La culpa de los hechos de corrupción no es de la presidenta y su equipo, que no solo delinquen sino que dejan sus huellas por doquier. No, la potestad es de los medios de comunicación no oficialistas, que inventan pruebas contra los funcionarios kirchneristas para vender más diarios.
-La culpa de la crisis de la política no es del Ejecutivo nacional, que dinamitó el debate político e inventó palabras como “carpetazo” y “borocotazo”. No, la responsabilidad es de la oposición que no sabe acompañar al proceso de transformación más importante de los últimos 200 años.
-La culpa de la falla en la negociación con los holdouts no es del Gobierno, que en seis años no quiso sentarse con los tenedores de bonos fuera del canje para negociar una posible salida. No, la culpa es de los propios fondos buitre, que se aliaron con los medios argentinos, la oposición y hasta el gobierno de Estados Unidos para hacer caer a la Argentina.
-La culpa de la inseguridad no es de la presidenta y sus funcionarios, que en 2009 eliminaron las estadísticas de criminalidad e insisten en alivianara las penas para la delincuencia. La culpa es, otra vez, de los medios que cuentan una realidad que no existe.
-La culpa del avance del narcotráfico no es del gobierno, que tiene una docena de funcionarios vinculados al tráfico de drogas y cuya campaña fue financiada por fondos narcos. No, la culpa es de cuatro colombianos y tres mexicanos que ingresaron al país sin que nadie se diera cuenta.
Podría seguir extensamente, pero no tiene sentido. Hasta tanto el gobierno no se haga cargo de sus propios errores, no habrá una solución posible.
Si un médico intenta evaluar a un paciente enfermo, pero este insiste en que no tiene síntomas y no se deja tomar siquiera la temperatura, nada podrá hacer el profesional.
Para poder actuar y solucionar los problemas, hace falta evaluarlos y mensurarlos, incluso a través de las estadísticas, para saber dónde y cómo atacar.
Si no se admiten los problemas, no hay solución posible. Esa es la verdad que insiste en no ver el gobierno.
Lo dijo alguna vez Albert Einstein, con profusa claridad: “No podemos resolver problemas usando el mismo tipo de pensamiento que usamos cuando los creamos”.