Este martes, la querella que representa a Zulema Yoma denunció que hubo una manipulación del cadáver de Carlos Menem Junior, cuya muerte se investiga si fue producto de un atentado, y presentó un informe pericial en el que abona esa teoría.
A través de un informe que se dio a conocer a la prensa, el abogado Juan Gabriel Labaké, representante legal de la mujer, acompañó un informe pericial elaborado por el criminólogo Jorge Locles y el médico legista Federico Foresi.
Según se explicó en el estudio, se comparó los resultados de los últimos minutos de vida que tuvo Menem Junior en el hospital San Felipe y la necropsia realizada por 36 profesionales un año y tres meses después del hecho.
Uno de los puntos comparados fue las piezas dentales, en donde del estudio del hospital surge que el joven tenía sus maxilares intactos, y su dentadura completa; en tanto que en la necropsia ambos maxilares aparecen sueltos sobre el cráneo, el inferior estaba partido en dos, y del superior sólo quedaban dos trozos, a la par que nunca aparecieron los seis dientes de la parte media.
Otra de las dudas es sobre cómo estaba el esternón: en los resultados del hospital está intacto, sin fracturas, y las costillas bien articuladas pero en la necropsia figura quebrado, separado en dos trozos, y las costillas han quedado sueltas.
En el informe, en el que se acompaña con fotografías sobre los estudios comparativos, también la querella da cuenta que en la necropsia figura una bota de yeso en una de las piernas de Menem Junior cuando de su historia clínica no surge nunca tal característica.
"En todos los exámenes practicados hasta el momento de su muerte, y aún en la historia clínica, no aparece ni se menciona yeso alguno en las piernas de Carlos Menem (h), mientras que en el cadáver presentado para realizar la necropsia un año y tres meses después, aparece una bota de yeso en la pierna derecha", sostiene la querella.
Por ello, aseguran que más allá que las piezas dentales evaluadas en ambos estudios, el del hospital y la necropsia, corresponden a Menem Junior no ocurre lo mismo con el cráneo y otras partes.
"Al contrario, todo indica que, al menos el cráneo examinado por los 36 eminentes médicos que realizaron la necropsia, no pertenece a Carlos Menem Junior", agregaron.
En el año 1999, en su libro Maten al Hijo del Presidente, Christian Sanz reveló por primera vez esta historia. Lo hizo de la siguiente manera:
El operativo para realizar la autopsia de Carlitos había comenzado a las 4 de la mañana del 12 de julio de 1996, en el Cementerio Islámico de San Justo.
El hecho de que el cuerpo fuera exhumado dentro de una carpa de 10 metros por 20, provocó el enojo de Zulema Yoma quien no había concurrido al acto, excusándose en el hecho de que el cadáver no había sido desenterrado a cielo abierto, lo cual, explicó, iba en contra de su religión.
El trayecto, que iba del Cementerio Islámico de San Justo a la Morgue Judicial ubicada en Viamonte y Junín, había sido cubierto por una caravana que incluía cerca de 30 vehículos entre ambulancias móviles, policiales y la camioneta blanca que transportaba al féretro. Desde el aire el control era llevado a cabo por un helicóptero de la Policía Federal.
La necropsia fue presidida por los jueces federales Jorge Rodríguez de Morón, Gabriel Cavallo de Capital y Carlos Villafuerte Ruso, el cuerpo médico forense y los peritos designados por las partes.
Durante cuatro horas, los médicos, jueces y representantes de las partes iban a permanecer en el edificio de la Morgue Judicial, mientras afuera una gran cantidad de policías se iba a abocar a mantener prohibida la entrada, cortando el tránsito cada vez que entrara o saliera algún vehículo del establecimiento.
Fueron en total unos 200 efectivos quienes estuvieron afectados al operativo. Había participado tanto la Policía Federal como la de la provincia de Buenos Aires a través de personal de Infantería Caballería del Grupo Halcón y hasta de la Brigada de Explosivos.
En la morgue Judicial hubo cerca de veinte personas: por un lado doce expertos en traumatología, neurología y cirugía torácica, pertenecientes a la Academia Nacional de Médicos de la Asociación Nacional de Medicina y de la Facultad de Medicina de la UBA que supervisaban las acciones.
Por otro lado, se encontraban presentes el médico personal de Menem, Alejandro Tfeli y su entonces abogado, Ricardo Klass; el abogado de Zulema, Alejandro Vázquez –que había sido el primero en llegar-; los peritos propuestos por ambas partes y los peritos oficiales.
El peritaje terminó mostrando varias sorpresas:
-El estado del féretro era lamentable: desprendimiento de madera exterior y manijas; destrucción de la cerradura existente en la parte posterior y de las grampas de encastre que originaron la imposibilidad de que la tapa fuera colocada, teniendo que ser asegurada con una soga; la destrucción de todos los clavos existentes en la base del mismo que estuvo por causar que el féretro desfondara y lo cual fue justificado por “posible acción de ácido o agua”.
-Entre la tapa de madera del cajón y la caja metálica del mismo se halló tierra colorada, inexistente tanto en la zona donde se produjo la caída del helicóptero como en la zona donde se encontraba enterrado el féretro. Dicha tierra se encontraría en nuestro país solamente en las provincias del norte, linderas con Brasil o Paraguay.
-No se pudo realizar examen dactiloscópico debido al estado de putrefacción y transformación cadavérica.
-Se constató el desprendimiento de las mandíbulas, en especial la superior, aparte de la ausencia de varios dientes y a pesar de que el primer informe hecho por el médico policial el mismo día en que Carlos Menem Junior perdió la vida, aseguraba que el mismo contaba con todas sus piezas dentarias.
-Se comprobó una intensa y diferenciada esqueletización parcial y de gran intensidad y aceleración en la extremidad cefálica, en el tórax y en ambos miembros superiores, aparte de la inexistencia total de: piel, cabello y uñas.
Por otro lado, se habían tomado veintiséis placas que fueron comparadas con viejas radiografías de Carlitos y se concluyó que todas correspondían a la misma persona. En las que se tomaron después de muerto se constataron fracturas de tórax a la altura de la séptima y la octava costillas, del brazo izquierdo y de ambas piernas. También fracturas múltiples y en trozos pequeños del macizo facial.
En conclusión y según lo asegurado por los peritos intervinientes, la muerte de Carlos Menem Junior se había producido por fracturas óseas múltiples y la causa del traumatismo cráneo encefálico fue un mecanismo de golpe o choque contra objeto duro y de gran intensidad. Las lesiones debidas a la fractura de cráneo y del macizo facial eran capaces de producir sobre los tejidos blandos meningo-encefálicos y vasculares, el consiguiente deterioro neurológico y ocasionar el coma y la muerte.
Zulema se presentó en la morgue recién al mediodía, cuando ya había finalizado la operación y esperaba afuera de la sala acompañada por una mujer del Centro Islámico. En las manos tenía una mortaja blanca para colocarle a su hijo.
Cuando trató de entrar, Tfeli, el médico presidencial, la detuvo y le dijo que eso era imposible, que el cadáver de Carlitos no estaba en condiciones.
Luego de eso y a pesar de sus palabras acerca de la seguridad de que el cadáver examinado era el de Carlitos, al retirarse afirmó que seguía convencida de que su hijo había sido víctima de un atentado: "Insisto con que hubo un sabotaje que se inició en la residencia de Olivos".
La autopsia, de hecho, había despertado múltiples dudas en ella. Por ejemplo, se preguntaba cómo podía explicarse el deterioro que mostraba el féretro, que no se correspondía con el tiempo transcurrido desde que se había enterrado el cuerpo de su hijo.
La ex primera dama asegura que el cajón mortuorio de Carlitos “no se encontró en contacto con agua tierra o humedad”, agregando que las tumbas en el cementerio Islámico de San Justo “se construyen bajo tierra, en pozos recubiertos de material y, por ser múltiples, cada nicho es sellado mediante tapas de hormigón (...) La ubicación que tenía (Junior) dentro del sepulcro múltiple era totalmente aislada por capas de hormigón”.
Por otro lado, los peritos de parte de Zulema llamaron la atención sobre algunos puntos del peritaje y solicitaron las respuestas a los forenses oficiales y peritos por parte de Menem. A saber:
-Composición de la tierra hallada entre la tapa de madera del féretro y la metálica y origen de su procedencia.
-Razones de la putrefacción avanzada del cadáver.
-Explicación sobre la falta de seis dientes, ya que en el examen realizado el día del fallecimiento por el médico policial, Nicolás Rovera no se declaran piezas faltantes.
Los peritos odontológicos habían manifestado, el 13 de diciembre de 1996, su punto de vista sobre este punto. La Dra. Beatríz Maresca junto a los dentistas Carlos Cecchi, Inés Cecchi y Susana Pezze afirmaron que “durante la confección de la ficha odontológica de la exhumación se destacó la falta del sector dentario y óseo antero-superior (...) No existe una razón científica o específica para justificar la falta en ese momento de dicho sector”. No olvidemos que es la dentadura justamente –aparte del ADN- la que permite identificar la identidad del cráneo de una persona.
Carlos Cechi, además, le confesó a Zulema que los peritos que habían firmado el informe pericial, lo habían hecho sin siquiera leerlo. Le aseguró que se había formado una larga cola para estampar las firmas y que cuando llegó su turno los empezaron a apurar, debiendo firmar sin poder leer nada.
-Determinar si el cráneo se correspondía con el resto de los huesos del cadáver ya que en el informe cadavérico y las radiografías obtenidas en el Hospital San Felipe no se mencionaban las fracturas citadas en la autopsia.
-Posibilidad de supervivencia en función de las fracturas del cráneo halladas el día de la autopsia, no detectadas antes, y determinación de contemporaneidad de todas las fracturas.
Una vez finalizada la necropsia la caravana regresó al cementerio. El cuerpo de Carlitos había estado solo seis horas fuera de la sepultura. Era la una de la tarde y el Juez Cavallo había decidido encintar el ataúd.
Según Alfredo Péculo dueño de la cochería encargada del servicio fúnebre, Carlitos fue sepultado en una bóveda nueva al lado de la que estaba anteriormente, junto a su abuela Chaha Gazal, madre de Zulema Yoma.