Este viernes, se anunció que Cristina Kirchner "presenta un cuadro de faringitis" por lo cual se le indicó "reposo por 48 horas y control evolutivo". Quien lo hizo fue el vocero presidencial, Alfredo Scoccimarro, en línea con un comunicado emitido por la Unidad Médica Presidencial.
En las redes sociales comenzaron a verse los signos de desconfianza, sobre todo porque ayer mismo la presidenta habló por cadena nacional y no presentó signo de malestar alguno, menos aún de tal magnitud que ameritaran 48 horas de descanso.
Su inquieto devenir se vio incluso a través de las redes sociales anoche, cuando seguía con la alegría que haber anunciado el lanzamiento del satélite Ar-Sat1.
Esto sucedió al mismo tiempo que la salud de Cristina fue tema de rumores en torno a una eventual internación en la Fundación Favaloro, como publicó Tribuna de Periodistas más temprano.
Para generar más suspicacias, esta mañana el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, aseguró que la jefa de Estado permanecía "extraordinariamente bien de salud y muy activa en el trabajo cotidiano".
¿Por qué tanto secretismo entonces en torno a la salud de Cristina? ¿Qué es lo que no se está contando? ¿No bastó acaso con lo sucedido en su momento con Néstor Kirchner, cuyo estado se ocultó hasta que ya no pudo hacerse más?
La salud de un presidente no es algo oculto ni secreto, es un tema que atañe a la sociedad toda, ya que se trata de la persona que maneja la cosa pública. Por eso, insistimos: ¿Hasta cuándo seguirá el mutismo?