“Bajame el cartelito; puedo hablar de la AMIA porque lo hago desde 1994”, dijo una airada CFK al inaugurar las sesiones ordinarias del Congreso, este domingo 1 de marzo de 2015, cuando advirtió que desde algunas bancadas opositoras había un cartel que aducía a un pedido de justicia en la quizá causa impune más resonante, y al pedido de apertura de los archivos de inteligencia.
Pero esto no fue lo más importante, vino después cuando, de manera imprevista, aludió al entramado geopolítico de la masacre de la calle Pasteur en 1994:
Yitzhak Rabin gana las elecciones en el 92, toda la campaña había sido centrada exactamente en lograr la paz entre Palestina e Israel. Para esto era necesaria la colaboración de Siria. En el 92, vuela la embajada de Israel; las conversaciones con Siria comienzan en el año 93. ¿Por qué? Porque hay una famosa frase de Kissinger. Henry Kissinger decía que no puede haber guerra en Medio Oriente si no interviene Egipto, pero tampoco puede haber paz si no interviene Siria.
Y entonces, comienzan a desarrollarse negociaciones secretas entre Estados Unidos, que después fueron puestas obviamente en público, entre Siria, entre Estados Unidos, entre Israel, mediaba la promesa por parte de Israel de devolver las alturas del Golán, que es un territorio que Israel ganó en la guerra del 67, que es fundamental porque agua dulce y además por la estratégica militar israelí, y comienzan las reuniones en las cuales Siria era un actor preponderante. Cuando se está haciendo todo eso, es cuando se produce el atentado en la AMIA. La paz igual se llevó a cabo en Oslo entre Shimon Peres, entre Rabin y entre Yasir Arafat el líder de la organización para la liberación de Palestina.
Tres que luego reciben el Premio Nobel creo que en 1994, si mal no me acuerdo, precisamente por el logro. En 1994 ellos logran la paz pero a Rabin lo matan al año siguiente. Un fanático israelí que lo consideraba un traidor por haberse sentado a negociar con Siria y con Yasir Arafat.
Al mismo tiempo se producían situaciones dentro de Siria porque Siria había participado ayudando a la coalición e Kuwait y por lo tanto, había grupos radicalizados dentro de la propia Siria que no estaban de acuerdo con esta política de acercamiento entre Siria, Estados Unidos y como facilitador de la paz y se producen también radicalizaciones de grupos porque lo consideraban que era demasiado blando frente a Estados Unidos.
Esto es todo el entramado que está atrás de todo esto. Por eso es importante entender que nada cuando se mueve en Medio Oriente no tiene implicancias.
Y quiero decir algo más: también tuvo implicancias en la política nacional. Porque precisamente el juicio oral que cayó, fue porque se utilizó la causa AMIA para plantar pruebas todo el tiempo falsas e inexistentes.
Yo era miembro de esa Comisión cuando se acusó a miembros de la Bonaerense. ¿Por qué miembros de la Bonaerense? Porque el candidato en ese momento, y no van a decir que yo lo defienda, era Eduardo Duhalde, que tenía un gran enfrentamiento con quien era presidente de la República Argentina. Se plantó una pista falsa, no estoy defendiendo a la Bonaerense, para nada. Pero fue el Tribunal Oral General el que determinó que se caía todo el proceso y terminaron absolviendo. ¿Por qué? Porque se utilizó la causa también para la política nacional. Algo que asquea, porque son 85 víctimas que todavía esperan justicia y las siguen utilizando desde afuera y desde adentro para hacer geopolítica. Por eso decía yo el otro día, no permitamos que nos trasladen conflictos adentro.
Dos décadas de semiplena prueba
Si bien estas palabras resultan resonantes, para los entendidos no constituyen sorpresa alguna. Pues en estas dos décadas que median desde la “semiplena prueba contra Irán” urdida a propósito por un Carlos Menem que sabía que los atentados eran un mensaje directo, la yuxtaposición entre gran parte de la corporación judicial, los servicios de inteligencia, y los grandes medios, han conformado una alianza no tan secreta para garantizar la impunidad.
Si bien en septiembre de 2004, como se ha puntualizado en análisis anteriores, el fallo del Tribunal Oral Federal 3 determinó que lo conformado por Galeano/Barbaccia/Mullen/Nisman había quedado viciado de nulidad, el poder político se las arregló de inmediato para continuar el manto de impunidad, al conformar otra vez, una super fiscalía a cargo del último de los nombrados que en realidad, se dedicó a pedido de Néstor Kirchner a subordinar la verdad de lo sucedido, a los dictámenes geopolíticos de EEUU e Israel.
Por eso, cuando CFK se refiere a los reiterados pedidos en la ONU sobre los “culpables” iraníes, se cuida muy bien de mencionar cómo se conformaron dichas acusaciones. Sin ninguna prueba, porque de suyo jamás las hubo, y basándose en aquel famoso informe trucho de octubre de 2001, los mismos que bancaron a Galeano idearon otro relato para hacer zafar las relaciones espurias de Menem con sus primos lejanos sirios.
No vaya a ser cosa que salgan a la luz las “coincidencias” de la estación Korea de la CIA, en Beirut, en conjunción con el “mini Mossad”, los encargados de gran parte del tráfico de heroína siria y su posterior lavado. Ambos responsables, con Al Kassar como partícipe necesario, del atentado que hizo volar al vuelo 103 de Pan Am sobre Lockerbie, Escocia, el 21 de diciembre de 1988, para eliminar a unos agentes de la DEA que poseían pruebas de estas actividades non sanctas.
Por eso, todos los presidentes en ejercicio se hicieron los otarios, y los Kirchner han sido peores, dado que poseyendo el conocimiento cabal de los motivos que provocaron las masacres de 1992 y 1994, prefirieron canjear deuda por cuento persa. Por esta decisión, sobre todo al nombrar a Nisman, un verdadero continuador del desaguisado de Galeano, durante otros diez años la causa AMIA siguió durmiendo el sueño de los justos, desplazándose en Trafic virtual, esperando algún día detener su marcha en Teherán, no en Damasco.
Pero ahora, caído en desgracia Antonio Stiusso, desaparecido del escenario Nisman, y con Sabrina Namer al frente de la fiscalía especial, que anunció hace poco tiempo atrás que investigará porqué el recientemente fallecido fiscal ninguneó la pista siria, una nueva punta parece estar surgiendo.