Las PASO presidenciales han dejado un panorama sumamente claro, acorde a todo lo que venía aconteciendo en la política argentina.
Si se toma en cuenta el accionar reciente de gobernantes y opositores, no debería llamar la atención que el oficialismo haya ganado en 20 de 24 provincias, que Daniel Scioli haya sido votado por 8 millones y medio de argentinos, ni que tenga una diferencia a su favor de 14 puntos por encima de Mauricio Macri, y 24 por encima de Sergio Massa. Es mera lógica.
Contra lo que muchos analistas piensan, descreo que ese 38.5% sea el techo electoral de Scioli. Pienso que con el adecuado acompañamiento del gobierno, y el trabajo electoral que se realizará en estos dos meses, bien puede escalar hasta los 44 o 45 puntos país.
No obstante, los votos opositores para ganarle a Scioli, están.
Los votos obtenidos por Cambiemos y UNA demuestran que, ante la eventualidad de un ballotage, el candidato opositor puede obtener los alrededor de 10.5 u 11 millones de votos necesarios para meter más de un 50%.
El problema es uno solo, simple de advertir, pero complejo de resolver: ¿Cómo se hace para que Scioli no gane en primera vuelta?
Porque, en función de los resultados de las PASO, para la primera vuelta de Octubre aparece la encrucijada electoral opositora.
3 empanadas
La oposición ha cometido tantos dislates a lo largo del último año, especialmente a la hora de establecer estrategias electorales válidas, que llega a esta peculiar situación electoral donde se está autoanulando, y donde a pesar de contar con las voluntades populares para ganar, puede perder.
-A Cambiemos no le alcanza con sus votos para impedir que Scioli gane en primera vuelta. Necesita que Massa se baje.
-Si Massa se baja, 1.5 M de votos Delasotistas se van a Scioli, y lo hacen ganar en primera vuelta.
-UNA está a 10 puntos de Cambiemos, lo que implica que necesita quitarle apenas 5 puntos para igualarlo, y aspirar a meterse en ballotage.
Como se aprecia, estamos ante el perro que persigue su propia cola, para morderla, y da vueltas sin encontrar el modo de resolver la cuestión.
Y es una situación que perfectamente pudo haberse impedido, en Marzo, si la convención radical de Gualeguaychú hubiera avalado la postura de Cobos-Morales (frente amplio opositor, yendo todos a una PASO que incluya a Massa), en lugar de apoyar la de Sanz y Nosiglia (partenaires de Macri, y antiperonismo con Carrió).
Y también pudo haberse impedido en Junio, cuando hacia el cierre de la presentación de listas, Macri y Carrió no quisieron aceptar ninguna forma de acercamiento con Massa, que estaba dispuesto hasta a bajar su candidatura presidencial, para presentarse como candidato a gobernador de Bs Aires.
Es sabido que puede trabajarse en la búsqueda de votos, a partir de dos segmentos que también se evidenciaron en las PASO: El voto en blanco (1 millón), y la abstención (más de 7 millones). Pero ahí van a operar tanto la oposición, como el oficialismo, y nadie puede conocer qué resultados se obtendrían, si es que se obtiene alguno.
La realidad es que las dos fuerzas opositoras principales necesitan hacer, ahora, lo que debieron hacer antes de la PASO.
Pero, honestamente, no estoy seguro de que Macri y Carrió se avengan a trabajar en la búsqueda de ese consenso.
Tengo para mí que apuestan a que en Octubre les desaparezca el “factor Massa”, y forzar a los opositores a darle su voto a Macri en un ballotage. Son muy capaces.
Aún corriendo el riesgo de que los diarios del 26 de Octubre titulen “Scioli Presidente”. Se verá…