Durante el Régimen kirchnerista, quienes denunciamos a funcionarios en la Justicia hemos sido denostados por el “periodismo” militante K como “denunciadores seriales”, “denunciadores compulsivos”, “trajinadores de denuncias”, “denunciólogos”, “denunciantes crónicos”, entre otros calificativos.
Se ha tratado y aún se trata, desde el “periodismo militante”, de asociar la denuncia con una patología, lo cual, como contrapartida, y siguiendo ese errado razonamiento, llevaría a pensar que lo normal, lo sano, lo deseable, es la vulneración de la ley y la posterior impunidad. Sin dudas que este criterio favorece a aquellos que alcanzan el éxtasis abrazando cajas fuertes. No es nuestro caso.
Ahora bien, la desesperada situación procesal de los jerarcas del régimen kirchnerista ha generado un mayor grado de ensañamiento periodístico contra los denunciantes judiciales.
En efecto, en dos notas de diario Página/12, publicadas en la última semana por el Sr. Tunny Kollmann (1), además de los ya tradicionales agravios que asocian denuncia con enfermedad, se han agregado calificativos ideológicos. Sí, los aliados del régimen iraní se atreven a sostener que quienes acusamos por delito de Traición a Cristina Kirchner, Timerman y a los legisladores que aprobaron el Memorandum con Irán, somos “de derecha”.
Respeto las ideas de todos, pero no tengo por qué aceptar que se me califique “de derecha” cuando adhiero a un pensamiento de centro izquierda democrática y republicana. Por otra parte, las denuncias penales debieran ser cuestionadas por su contenido, no por la ideología del denunciante.
Más grave que esta calificación ideológica es que el señor Tunny Kollmann, en una de sus notas, advierte que es “antisemita” denunciar por traición a un canciller judío. Increíblemente, en el mismo texto sostiene que la misma denuncia está alineada con los objetivos de la derecha israelí y destaca que en la causa de Bonadío, generada por una denuncia del abogado Santiago Dupuy de Lome y otra del autor de esta nota, se presentaron como querellantes familiares de víctimas del atentado a la AMIA que pertenecen a la comunidad judía.
Lo cierto es que la causa de Bonadío ha permitido, a este último, requerir a su colega Rafecas la denuncia de Nisman por encubrimiento, que ahora será desarchivada. Frente a esto, el señor Kollmann atribuye al Doctor Zaffaroni el haber sostenido que “La Constitución es muy clara: para que haya traición a la patria, tiene que haber una guerra y la Argentina no le declaró la guerra a Irán.” Sería bueno que Kollmann o el citado Zaffaroni nos aclarasen en qué artículo de la Constitución dice semejante cosa.
Asimismo, nótese que durante el conflicto de Malvinas no hubo declaración de guerra por ninguna de las partes enfrentadas, sin perjuicio de lo cual, está más que claro que el Reino Unido era el enemigo.
En definitiva, el código penal entiende que hay delito de traición cuando se colabora con un enemigo. En el caso que nos ocupa, ese enemigo fue el Estado Iraní, cuyos funcionarios se encuentran imputados por el atentado a la AMIA y fueron sistemáticamente protegidos por dicho estado totalitario. En definitiva, hay elementos suficientes para que el Poder Judicial investigue si estamos frente a una agresión perpetrada por una potencia extranjera y si el la firma del Memorandum su posterior aprobación, han sido hechos dirigidos “a someter total o parcialmente la Nación al dominio extranjero o a menoscabar su independencia o integridad”.
(1) http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-305891-2016-08-03.html
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-306238-2016-08-07.html