El Gobierno salió a apagar posibles focos de incendio para diciembre a un costo fiscal muy alto, lo cual abre más interrogantes sobre la posibilidad de reducir el déficit, un paso clave para atraer inversiones en un 2017 electoral.
Decenas de miles de millones de pesos fueron resignados en pocas horas para calmar a organizaciones piqueteras, partidos de la oposición y gremios, entre otros actores cada vez más fuertes del escenario político.
A fuerza de esa enorme billetera, la administración de Mauricio Macri logró torcer lo que aparecía como un fin de año cargado de protestas, luego de la demostración de fuerza de la marcha al Congreso para exigir la ley de Emergencia Social avalada por la CGT.
Pero la estrategia no sólo complica el plan económico de atraer inversiones sino que puede convertirse en un arma de doble filo, al tentar a las fuerzas de la oposición a acostumbrarse a esa dinámica de insinuar reclamos a cambio de fondos.
En el caso de los planes sociales, el gobierno se comprometió a reasignar partidas por unos 30.000 millones de pesos hasta 2019, aunque no aclaró cuáles serán las áreas afectadas que recibirán menores recursos.
En el de los gremios, como parte del acuerdo con la CGT, y de la normalización del Fondo Solidario de Redistribución (FSR), el Gobierno amplió en $1.784 millones la transferencia de fondos a las obras sociales por las prestaciones de alto costo que brindan.
El desembolso de fondos ante la presión de distintos sectores no termina allí.
El gobierno elaboró a las apuradas un proyecto de reforma del impuesto a las Ganancias que tendría un costo fiscal rumbo a los 30.000 millones de pesos.
Esa iniciativa, junto a otras, será debatida el 6 de diciembre próximo en sesiones extraordinarias.
El objetivo oficial fue impedir pagar el costo político de que se aprobara el proyecto de la oposición liderada por Sergio Massa, cuya relación con Macri es fluctuante, como quedó demostrado tras el ´Affaire Lavagna´.
En secreto, Macri convocó al exministro de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner para consultarle su mirada sobre la economía.
Lavagna fue muy crítico y recomendó cambios, como una mayor apreciación del dólar y una disminución más acelerada de la tasa de interés.
El presidente no tomó nota de las sugerencias y eso explicaría la decisión de Lavagna de salir con fuerte críticas a viva voz.
Lo que más molestó a Macri fue la comparación que hizo el exministro con la economía durante la última dictadura y los 90, y el vaticinio de que este modelo termina en "colapso".