Tal cual trascendió esta tarde, Alejandro Cacetta no seguirá al frente del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) por decisión del ministro de Cultura de la Nación, quien le pidió la renuncia por sospechas de corrupción, principalmente sobreprecios y gastos injustificados.
Los hechos se conocen desde hace tiempo, pero nadie se animó a publicarlos por temor a perder la millonaria pauta que ese organismo suele “poner” en los medios de comunicación.
“El recambio obedece a la necesidad de acelerar y profundizar todos los procesos de mejora administrativa en el INCAA”, explicaron desde Cultura en un comunicado que no llegó a satisfacer ni a propios ni a ajenos.
Lo primero que debe decirse es que Cacetta fue designado en diciembre de 2015, bajo la gestión macrista.
Luego, es dabe referir que los hechos de corrupción que involucran al malogrado funcionario —ahora “ex” funcionario, en rigor de verdad— no terminan en su figura, sino que competen a otros capitostes del INCAA.
No casualmente Cacetta dejó a todos los mandamases de la gestión K. Uno de ellos es el gerente de Relaciones Institucionales, Rómulo Pullol, quien suele viajar seguido a Málaga gracias a lo que supo recaudar como “cajero” del extitular de esa institución, Jorge Coscia.
Otro de los que permanece en su cargo es Rolando Oreiro, exfuncionario de Carlos Grosso y hoy auditor general, multimillonario por cierto.
También aparece la figura del director de la Cinemática —también nombrado por Cacetta—, un acosador con causas penales llamado Fernando Madedo.
Y hay más: persiste Sergio Bartolucci, jefe de Gabinete de Presidencia del INCAA y virtual cajero de los negocios que allí se hacen.
Por caso, pocos saben que este último ostenta dos causas judiciales abiertas por estafa en mesas de dinero de bancos. Dicho sea de paso, ¿por qué “lo fueron” del Banco Galicia?
Una de las puntas del ovillo se encuentra en la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (ENERC), donde hay millones de pesos sin control que fueron otorgados a productoras por obras que nunca se ejecutaron.
Y allí aparece la sombra de Pablo Rovito, rector de la ENERC, un hombre que se ha vuelto millonario y que ha sido procesado por enriquecimiento ilícito. Su productora, Aleph, ha sido muy “beneficiada” con los fondos del INCAA.
Hablando de incompatibilidades macristas: Pablo Rovito cobra como gerente del Estado en el @ENERC y subsidios del Incaa como productor
— Christian Sanz (@CeSanz1) 6 de abril de 2017
Volviendo a Cacetta: supo destinar fortunas a Cinecolor, firma de su propiedad. A su vez, giró seis millones de pesos anuales a un galpón en floresta que es de la empresa Patagonik. Lo curioso es que allí no hay nada, solo el galpón.
Si hubiera que cuantificar el robo que ha llevado adelante esta suerte de asociación ilícita, habría que hablar de más de 800 millones de pesos. Dinero público, de todos los contribuyentes.
Parte de esos fondos fueron a parar a los bolsillos del exintendente de Morón, Martín Sabbatella. Otro tanto, a la cartera de Cristina Kirchner.
También se benefició Raúl Olmos, dueño de Crónica y otros medios, un sospechado “empresario” mendocino que tiene a su propia gente metida en la gerencia general del INCAA.
Por lo antedicho, por mucho más, se trata de un gran escándalo, donde se ha robado en nombre de una ideología, mientras se cantaban loas a los montoneros en las oficinas del mencionado Pullol.
Con el decorado de Milagro Sala de fondo. La propia Florencia arias, de la Unidad de Control de Gestión, tiene fotos de CFK. Una digresión apenas.
Ha sido tal el robo que en marzo de este año debió renunciar el gerente de Asuntos Jurídicos del INCAA, Horacio Michán. Tanto por avalar el robo millonario, como por las estafas de Cacetta y Bartolucci.
El escándalo recién empieza, hay mucho más que se conocerá a lo largo de las próximas horas. Como dice una célebre frase del periodismo, “habrá más novedades para este boletín”.