A menudo, muchos se preguntan por qué los venezolanos no salen masivamente a la calle a diario hasta que caiga el régimen chavista.
No pueden entender cómo es posible que puedan “tolerar” un salario mínimo que es inferior a un dólar por día, una inflación del uno por ciento cada 24 horas y los peores índices de violencia y corrupción del planeta
“¿Por qué tenemos que ayudarlos desde Latinoamérica si ellos mismos no son capaces de defenderse?”, se preguntan quienes quieren desentenderse del drama caribeño.
Vamos a detallar al menos diez razones por las cuáles ese pueblo vive aterrorizado y, a pesar de todo lo que le hacen, sale valientemente a las calles a jugarse la vida, como lo hará el próximo miércoles 19 de abril.
1) Todas las elecciones están de hecho suspendidas lo que no les permite a los opositores pensar en una salida pronta:
-No se permitió el Referéndum Revocatorio para terminar con el mandato de Nicolás Maduro;
-No se hicieron las elecciones regionales que debían tener lugar el año pasado
-No tiene fecha el comicio presidencial.
El PSUV amenaza con transformarse en partido único y proscribir a todos sus potenciales contendientes. Lo hizo por 15 años con Henrique Capriles de Primero Justicia, tiene preso injustamente desde hace más de tres años a Leopoldo López, de Voluntad Popular, y tampoco permite competir a María Corina Machado, de Vente Venezuela.
2) El régimen asfixia a todas las empresas que no hacen lo que el gobierno quiere. Tras las amenazas taxativas llegan las expropiaciones y la entrega de la propiedad privada a las hordas chavistas.
3) Los bolsones de comidas de un sistema llamado Clap llegan solamente a quienes hayan sacado el “carnet de la patria”. Para obtenerlo, son interrogados sobre sus preferencias ideológicas. Lo mismo ocurre con las casas, la Misión Vivienda es para los rojo-rojitos. No hay chances de conseguir un techo si uno es un “escuálido”.
4) Las manifestaciones en la vía pública que no agradan al Estado Nacional son atacadas de distintas maneras. En primera instancia, actúa la Guardia Nacional, que responde al Ministerio de Interior. Todo está centralizado en Caracas. Se frenó hace dos décadas un intento del ex presidente Rafael Caldera por federalizar el sistema de seguridad.
5) También, reprimen de manera feroz los llamados “colectivos”, una suerte de tonton macoutes del siglo XX que se mueven en enjambres de motos.
6) El monopolio de la fuerza y las armas de guerra no está en manos del Estado. El presidente acaba de anunciar que se comprarán medio millón de fusiles para armar a las milicias bolivarianas, una Armada Brancaleone impresentable que se pavonea con Kalashnikovs por las calles de las principales ciudades del país.
7) La justicia jamás falla en contra del gobierno chavista y, por el contrario, encarcela a quienes osan ocupar las calles para quejarse contra el “socialismo del siglo XXI”. En lo que va de abril ya han puesto tras las rejas a más de medio millar de personas. Además, mataron a sangre fría en estas dos últimas semanas a seis compatriotas.
8) Los canales, radios y diarios no cuentan lo que ocurre en el país y satanizan a los disconformes. Existe una férrea censura sobre los números reales de la economía nacional y la situación político-social de la devastada nación.
9) Las Fuerzas Armadas se ocupan de toda la cadena de distribución de comida. Está militarizada la ayuda social. Todo está centralizado, lo que permite la corrupción generalizada y la discriminación por color político de las dádivas que se entregan.
10) El presidente del Tribunal Supremo de Justicia, que debería operar como instancia de garantías constitucionales es un criminal que cumplió condena por sus crímenes. Maikel Moreno fue responsabilizado por distintos homicidios.
Como vemos, la República Bolivariana vive inmersa en una de las dictaduras más atroces del planeta.
En lugar de sancionarla con dureza y expulsarla de la OEA, el Parlasur, la Unasur y el Mercosur, nuestros gobiernos se encogen de hombros y repiten como un karma: “Los problemas de Venezuela deben ser resueltos por los distintos actores involucrados en esas disputas internas”.
Cínicos, descarados, desvergonzados, insolentes, caraduras, falsos, hipócritas, desfachatados y cobardes. En resumen, simples basuras humanas.