Hacía bastante que no me costaba tanto reflexionar acerca de algo en particular. No se por qué, pero me cuesta tremendamente escribir acerca del día de la madre.
Tal vez porque no tengo una marcada figura materna. Mi vieja es un bicho bastante raro y no he convivido con ella lo suficiente como para poder saber de qué se trata el vínculo entre madre e hijo.
Siempre me ha costado percibir en ella las actitudes que sí he visto en otras madres. Esas actitudes que reflejan la esencia del instinto materno.
En estos últimos días habré reflexionado y pronunciado la palabra "madre" unas 300 veces. Y es impresionante cómo, a fuerza de repetición, las palabras pierden sentido. Por suerte, el sentido de algunas palabras es superado por la actitud misma de ciertas personas. Es el caso de muchas madres que —por suerte— he conocido.
Es gracioso, pero en estos días traté de relacionar en mi mente alguna actitud concreta con la palabra "madre". Intentaba ver cual era el mejor gesto encuadrado en el concepto de madre. Después me dí cuenta que era algo tonto. Por mi forma de ser había olvidado que no todo puede ser encuadrado en algún lugar.
Es imposible explicar qué es lo que hace a algunas personas mejores que otras.
Es imposible encontrar el por qué de la entrega, muchas veces, de una madre hacia sus hijos. Es imposible conocer asimismo el límite de lo que haría una madre por ellos.
Y realmente no importa que sea imposible. Importa que es real.
Es imposible medir la "calidad de madre". ¿Qué gesto hace que una madre sea más madre que otra?
¿Es más mamá una mujer cuando no duerme por cuidar a alguno de sus hijos?
¿O cuando se preocupa por demás pensando que quisiera que no les falte nada?
¿O cuando resigna media hora de sueño, por más que esté exhausta, para contarle algún cuento a sus hijos?
Creo que la virtud es la sumatoria de todos esos factores. Y más que eso…
Esos hechos son los que definen literalmente la condición de "madre". No es un estado de ánimo. Ni un gesto. Es toda una actitud. Y es puro temperamento.
Las madres serán madres eternamente. Tendremos 50 años y nos seguirán rompiendo las pelotas, diciendonos que debemos cuidarnos, que nos abriguemos, que descansemos más, que no comamos "porquerías", etc.
Nos jode pero en parte nos encanta. Nos gusta sentirnos cobijados bajo el ala protectora de nuestras progenitoras.
Nos hace trasladarnos, por un momento, a los días en que éramos chicos. Esos días en los que nuestra madre era, para nosotros, una especie de "mujer maravilla".
Un filósofo dijo alguna vez que las madres son las únicas personas que tienen la "capacidad de amar durante 9 meses a quien aún no han conocido".
Y yo digo que las madres son los únicos seres que nos toleran eternamente los mismos vicios de siempre, aún sabiendo que nunca los cambiaremos.
Y, para mejor, lo hacen con todo el amor del mundo…
Muy felíz día… a pesar de nosotros: los hijos.