Decididamente, Mauricio Macri está empeñado en tratar de gobernar a la Argentina como si fuese un país normal, cuando la realidad dice que nuestro país, de normal, no tiene casi nada, y menos el funcionamiento de la política.
Los políticos argentinos están acostumbrados a gobernar con chicanas, con y por intereses propios. Jamás van a hacer algo que beneficie al país o al ciudadano común si eso no les da a ellos mismos algún rédito político.
Argentina, lamentablemente, se gobierna “de prepo”, a las patadas, de manera muy poco democrática y bastante autoritaria, sin esperar llegar a algún tipo de consenso, como lo hacen históricamente los peronistas.
En ese sentido, Macri tiene dos problemas gravísimos, y alguien deberá hacerle entender que, sea como sea, los va a tener que solucionar. El primero es que es budista, y el segundo es Durán Barba.
¿Cuál es el problema de ser budista? ¿Está mal? ¿Es malo? No, ni está mal ni es malo, pero todos sabemos que el budismo se basa en la buena onda, paz y amor, y eso está perfecto para la vida personal de uno, pero no para gobernar un país, y mucho menos uno tan conflictivo y difícil con el nuestro.
Respecto a Durán Barba, el problema es que le hizo creer a Macri que resultó electo gracias a sus consejos, cuando en realidad resultó vencedor no por sus propios méritos, sino porque la mayoría estamos hartos del kirchnerismo.
Eso lo llevó a cometer varios errores, y el primero ocurrió el mismísimo día en el que fue electo, cuando no quiso que se supiera que desde La Cámpora trataron de fraguar la elección.
Recordemos que cuando el recuento provisorio de votos estaba por concluir y se achicaba la diferencia entre Macri y Scioli, la Justicia electoral decidió enviar las 7.365 urnas porteñas al Regimiento de Patricios por seguridad.
Es un secreto a voces que el resultado final de la elección no fue del 51% a favor de Cambiemos, sino que era de casi el 54%. Sin embargo, Macri no quiso que eso se supiera para no generar caos y que no se agrande la "grieta".
El segundo error, y doble, lo cometió cuando al día siguiente fue a visitar a Cristina a Olivos, y ella le pidió una sola cosa, no ser molestada por la Justicia. La primera parte de ese error fue decirle que él no podía hacer nada, que la Justicia es independiente (cuando en realidad todos sabemos que no es así, y responde al gobierno de turno).
En ese momento, le debería haber dicho que si, que no preocupe, que él lo iba a manejar. Ella se hubiese quedado contenta y después dejar que la justicia actúe como corresponde. Eso es exactamente lo que hubiese hecho un peronista.
La segunda parte de ese error es consecuencia del anterior. Si no le dijo que si a cristina -real motivo por el que ella enfureció y no fue a la ceremonia del traspaso de mando- lo tendría que haber dicho inmediata y públicamente, para dejarla expuesta. Como lo anterior, también eso es lo que hubiese hecho un peronista.
El tercer error fue haber ocultado el real estado en el que cristina dejó el país. Y esto de ocultar la realidad, dicho por él mismo, era para no cortar el "clima de buena onda".
Meses después se confeccionó un informe titulado El Estado del Estado, pero ya era tarde.
Otro gran error de Macri es el de tratar de gobernar para quienes no lo votaron. Eso hace que trate de comportarse como un gobernante de centro izquierda, y como todo lo que no es auténtico, no le sale bien.
Un claro ejemplo de ello es permitir la infinidad de cortes de calles y protestas. En absolutamente ningún país del mundo se tolera lo que se tolera en nuestro país. Como dice Julio Bárbaro, cortar una calle es delito en La Habana y en Miami. Todo esto, deriva en otro error, dejarse extorsionar, tanto por las organizaciones sociales como por los sindicalistas.
En toda esta suma de errores, que no son pocos, el más grave es el de ordenar a la justicia que Cristina no vaya presa.
Hoy no es ningún secreto que tanto Cristina como la inmensa mayoría de sus secuaces están libres por orden de Macri, influenciado, como también todos sabemos, por su asesor estrella, Jaime Durán Barba.
Gran parte del equipo de Macri cree que el hecho de que Cristina siga libre, hablando, haciendo actos, participando en política e incluso presentarse como candidata favorece a Cambiemos. En honor a la verdad, es cierto, pero no es lo que el votante de Macri quería, sino todo lo contrario.
Vuelvo al principio. Los políticos argentinos están acostumbrados a gobernar con chicanas, con y por intereses propios. Macri está tratando de gobernar a la Argentina como si el nuestro fuese un país normal, cosa que no es, y además tiene dos problemas gravísimos: el primero es que es budista, y el segundo es Durán Barba. Alguien deberá hacerle entender que, sea como sea, los va a tener que solucionar.