Cristina Kirchner es un personaje polémico, siempre envuelto en medio de mil escándalos y parte inevitable de la política de cabotaje, aún cuando ya no ocupe un cargo de relevancia.
Amada y odiada por igual, la expresidenta enfrenta un momento complicado. Media docena de causas judiciales la jaquean, algunas merecidas y otras no. Las menos, claro.
Los medios de comunicación la tratan sin términos medios: aquellos que son kirchneristas la protegen en todo, al punto de encubrirla en hechos gravísimos; los oficialistas hacen lo contrario, la destrozan por demás, llegando al punto de inventar imputaciones imposibles.
En un extremo se destacan Página/12 y C5N; en el otro, Clarín y TN. Espejos que reflejan defectos periodísticos similares, a un lado y al otro de la grieta. Ello, con el consiguiente deterioro de la calidad informativa y el irreparable daño que se hace a la sociedad.
Este jueves ocurrió algo de eso, cuando diario La Nación publicó en su portada un título engañoso vinculado al escándalo en ciernes conocido como FIFA-gate.
“Cristina Kirchner aparece en el registro de pago de coimas del Fútbol para Todos”, tituló el matutino, sin dejar lugar a dudas respecto de la participación de la expresidenta en el hecho de marras.
Sin embargo, cuando se lee la nota en cuestión la referencia a su persona solo se da en el marco de que ciertos pagos ilegales confesados por el neo arrepentido Alejandro Burzaco se anotaban bajo el nombre de “Cristina”.
De hecho, al ser consultado por el fiscal Samuel Nitze respecto a si pagó sobornos a la entonces jefa de Estado, el hombre respondió: "No, señor". Ello aparece en la referida crónica de La Nación.
Como se preveía, Cristina estalló en furia y lanzó un elocuente descargo en las redes sociales, con merecida razón.
“Si la tapa de La Nación de hoy fuera la tapa de un diario extranjero, iniciaría un juicio por real malicia y falso titular en ese país, y seguramente lo ganaría. Pero estamos en #ArgentinaSinEstadodeDerecho, con jueces cuyas sentencias las escriben los medios hegemónicos”, sostuvo.
Por eso, lo único que podés hacer es un tuit indicando que el titular del diario La Nación de la República Argentina, es FALSO. Las garantías y los derechos constitucionales te los debo…por ahora. pic.twitter.com/cp7igkl28W
— Cristina Kirchner (@CFKArgentina) 16 de noviembre de 2017
En el contexto mencionado, cabe preguntarse: ¿Cómo es que un título semejante se le escapó a un diario que ostenta filtros infranqueables antes de salir a la calle? ¿Hubo mala fe corporativa o el involuntario error de algún editor despistado? Imposible saberlo.
No obstante, lo ocurrido obliga a replantearse cuál es hoy el papel de la prensa y hasta dónde llega la responsabilidad de los periodistas.
También amerita rediscutir qué rol deben jugar los dueños de los medios de comunicación y volver a definir el alcance que tiene aquel vetusto concepto que involucra al “honor de las personas”.
Hasta que no se impulse ese debate, seguirán ocurriendo este tipo de desaciertos. Muy dañinos en lo que a responsabilidad periodística refiere, dicho sea de paso.
No es tan complicado de entender. Ya lo dijo el gran maestro Ryszard Kapuscinski: “El deber de un periodista es informar, informar de manera que ayude a la humanidad y no fomentando el odio o la arrogancia. La noticia debe servir para aumentar el conocimiento del otro, el respeto del otro”.