Es insoportable. Intentar hacer periodismo en estos días es realmente sofocante y agotador. Si uno le pega al macrismo, se ha vuelto un kirchnerista irremediable. Si, por el contrario, se acusa a los K de algún desaguisado, uno es operador indefectible de Cambiemos. No hay término medio.
Es bien cierto que hay colegas que actúan de esa manera, pero no todos somos así. Los ejemplos más cabales de la grieta periodística son los del grupo Clarín, por un lado, y el tándem C5N-Página/12 por el otro.
Es imposible informarse de manera honesta a través de esas usinas de información, porque se la pasan operando en favor de sus propios intereses. Ello permite entender por qué para unos Cristina es culpable de todos los males y para los otros es víctima de una conspiración cuasi internacional. Ninguno es honesto.
Lo terrible es que la ciudadanía termina siendo desinformada, porque acaba creyendo lo que esos medios quieren que crea. Luego, a la hora de tomar alguna decisión, la cosa se complica. Por caso, ¿debo votar a tal o cual candidato, siendo que uno dice que es un prócer y otro que es un demonio? ¿A quién le creo?
El primer problema que hoy enfrentan los medios —y que viene de arrastre—, es que están manejados por empresarios, no por periodistas. No significa que sean mejores o peores personas, solo que no entienden la lógica de la información.
A ello debe sumarse el hecho de que esos mismos medios se involucran en negocios que están fuera de lo periodístico. Telefonía, Internet, medicina prepaga, etc… ¿Cómo orbitan esos negocios “satelitales” dentro de la filosofía del medio en sí? ¿De qué manera puede tratar una información relacionada a la televisión por cable aquel que tiene una empresa dedicada a ese rubro? ¿Será objetivo? La respuesta es obvia.
Ello sin mencionar los casos en los cuales verdaderos delincuentes aparecen frente a relevantes medios de comunicación, como ocurre con Sergio Szpolski, Cristóbal López e incluso Víctor Santa María en Página/12. ¿Cuántas veces hemos visto reflejado en C5N el caso de la evasión millonaria de grupo Indalo? ¿Cuántos informes acerca de cómo los casinos lavan dinero?
Hoy en día, como digo en el título de esta nota, los medios no informan, solo operan. Hay excepciones, claro, pero siempre son los casos de los medios más pequeños, que resisten más allá de todas las presiones.
También zafan diarios como La Nación y Perfil, hay que decirlo, pero ello no alcanza: El Cronista, Ámbito Financiero, Infobae, y otros ostentosos medios persisten en sus operetas. Y son los que aglutinan a la mayoría de los lectores.
Por eso, en este comienzo de año, donde siempre se renuevan las esperanzas, conservo la ilusión de que todo se vaya acomodando y depurando. Para que el periodismo vuelva a ser lo que alguna vez fue: “El mejor oficio del mundo”, tal cual dijo alguna vez el gran maestro Gabriel García Márquez.