Su nombre es poco conocido públicamente, aunque suena y resuena en el ámbito periodístico. Se trata de Ezequiel Faracovi, una suerte de vocero de Aníbal Fernández, a la sazón la “narcomorsa”.
Históricamente, cualquiera que se animara a escribir algo contra el otrora jefe de Gabinete del kirchnerismo debía tolerar la dura embestida de este personaje, una suerte de “sicario mediático”.
Lo he sufrido en persona, por ser quien más ahondó en los vínculos de Aníbal con el narcotráfico y el triple crimen de General Rodríguez, tópicos por los cuales recibí sendas querellas de su parte. Ambas ganadas en la justicia por mí, dicho sea de paso.
Faracovi me ha hostigado de toda manera posible a través de las redes sociales —quien dude puede ver su cuenta de Twitter—, todas y cada una de las veces que osé mencionar a su jefe-mandante Aníbal Morsa… perdón, Fernández.
En las últimas horas, el personaje en cuestión fue aprehendido en Trenque Lauquen luego de que un vecino lo encontrara en la vía pública, aparentemente desvanecido, con un arma en la cintura (adivinen quién le gestionó la portación).
Se sospecha que estaba bajo los efectos de la droga, por lo cual se encuentra en el hospital municipal con custodia policial.
No me alegra el derrotero de Faracovi, para nada. Lo resalto porque en su momento anticipé que terminaría de esa manera, por su cercanía con Aníbal. ¿De qué otra manera podía culminar alguien que se codea con el submundo del crimen?
Una digresión: si alguien se anima a investigar a Agustín Pascual, empleado comunal de Trenque Lauquen, encontrará una interesante sociedad con Faracovi, drogas mediante. La clave: un Volkswagen Bora gris patente EGE 774.
A esta altura, hay que mencionar que no todo es culpa de la “narcomorsa”: ya en su momento cobró celebridad como especialista en estafas a través de agencias de viaje.
La primera vez fue a mediados de 2013 cuando Faracovi complicó a un grupo de quinceañeras que querían viajar a Disney.
La segunda —y tercera, podría decirse— fue el año pasado cuando dejó un tendal de damnificados de Pehuajó y Bolivar a través de una nueva agencia (trucha). Aún los padres recuerdan a Faracovi en estado catatónico repitiendo incesantemente “las nenas van a viajar; las nenas van a viajar”.
Todo un megalómano… y un mitómano. Llegó a decir que María Eugenia Vidal aumentó la recompensa por los fugados del triple crimen por un pedido de él. Así, como suena.
Hoy le toca ser noticia él, luego de haber hostigado a diestra y siniestra a periodistas que solo buscaban hacer su trabajo. El búmeran de la vida, que le dicen.