La economía argentina lleva siete trimestres de crecimiento, cuando además, la inversión es superior a la de todo el período kirchnerista. Sin embargo, la herencia recibida (que más que herencia es una hipoteca) es tan grande, que tales novedades demoran en llegar al conocimiento de la mayoría de la sociedad.
Una de las tareas más difíciles para poder establecer un cambio sería, precisamente, cambiar las costumbres de la gente común y de los empresarios, tarea mucho más complicada de la que Mauricio Macri se imaginaba, y más complicada aún cuando los datos positivos de la economía están escondidos, lejos de la percepción social.
Absolutamente todos los opositores saben, y sabían desde antes de que asumiera Macri, que la dolorosa y complicada normalización de las tarifas era necesaria, pero para tener votos en sucesivas elecciones, necesitan que el sacrificio de los usuarios tenga el costo político más alto posible para el Gobierno.
Eso es, lisa y llanamente, “oportunismo”, uno de los recursos más antiguos de los políticos argentinos en general y del peronismo en particular.
Curiosamente, quienes quebraron el Estado y llevaron al país al borde del colapso total el sistema energético, marcharon el jueves de la semana pasada con velas en las manos. Queda claro, con esta "marcha de las velas", de qué hablamos cuando hablamos de oportunismo, desprestigiando, además, lo que podría haber sido un reclamo genuino.
Pero seamos honestos con nosotros mismos, y preguntémonos cuánto hay de culpa del gobierno en el aumento de las tarifas y cuánto hay de culpa de los argentinos.
En ningún país del planeta, ni en los más desarrollados, la energía es barata, y mucho menos subsidiada, salvo algunos casos muy particulares. En todos los países del mundo la gente cuida extremadamente el uso de electricidad, gas, y ni hablar del agua.
En Argentina nos acostumbraron a derrochar, pero parece que nunca vamos a acostumbrarnos a pagar el costo de lo que gastamos, especialmente de manera innecesaria.
Así como nos habíamos acostumbrado a tener fútbol gratis por televisión -que de ninguna manera era gratis- nos acostumbramos a usar el acondicionador de aire a 18°C, nos tomamos duchas de 15 minutos, calefaccionamos la casa para estar en remera en invierno y ni hablar del gasto indiscriminado de agua, que es el peor, ya que para producir agua potable, y llevarla desde la planta potabilizadora hasta la puerta de una casa, el gasto de energía es muchísimo, sin contar el consumo eléctrico de las bombas que deben subirla hasta los tanques de los edificios.
Decididamente, la discusión que están teniendo nuestros legisladores es equivocada y parecería estar destinada a querer instalar nuevamente el discurso y método populista del kirchnerismo.
Y curiosamente, quienes generaron la peor crisis energética de la historia, hoy tienen no solo la solución a este problema, sino de absolutamente todos, que de no haber sido por su propia incapacidad no hubiésemos tenido.