El 20 de diciembre de 2006, Delia “Nené” Grassi recibió un sobre con un inquietante relato. Refería a la muerte de su hija, Nora Dalmasso, asesinada el 26 de noviembre del mismo año.
Un día después, la mujer se presentó ante el fiscal cordobés Javier Di Santo y le entregó la misiva de marras, en total reserva.
Lo que allí se mencionaba terminó siendo una trama falaz, que intentaba desviar la atención de uno de los casos más resonantes de los últimos tiempos. Ciertamente, la propia Grassi sabía por dónde iba la cuestión.
Se lo reveló a este periodista en febrero del año siguiente —2007—, sin medias tintas. Jamás, como se dijo, el problema tuvo que ver con las supuestas infidelidades de “Norita”. El tema era otro y tenía que ver con el pedido de divorcio que ella le había efectuado días atrás.
"Me quiero divorciar", le dijo sin medias tintas. "Primero tenemos que arreglar algunas cosas, no olvides que lo que tenemos no nos pertenece por completo", contestó Macarrón, refiriéndose a algunos bienes que, si bien estaban a nombre de él, pertenecían a terceras personas.
"No hay nada que arreglar, son bienes gananciales y el 50 por ciento es mío", dijo ella cortando la conversación y amenazando con contar todo "lo que sabía". Se insiste: así se lo contó a Tribuna de Periodistas la madre de Dalmasso y, en consecuencia, así se publicó por Tribuna de Periodistas, con todos los detalles del caso.
Acto seguido, la tranquilidad que solía caracterizar a Macarrón desapareció por completo. Sabía muy bien de qué le hablaba su mujer y si la amenaza se cumplía sería el comienzo de un tembladeral para varios políticos y empresarios de primer nivel de Córdoba.
Por ello, se dirigió a la calle Moreno 1453 de la localidad de Río Cuarto e ingresó por la puerta principal. Allí se encontraba el domicilio de Profas SA, empresa dedicada a la vigilancia privada e investigación. Con sus manos sudorosas, el médico habló con Mario Federico Olmedo, uno de los empleados de la firma, a efectos de contratarlo en el marco de un trabajo muy particular. "Necesito que sigas a mi mujer", le dijo Macarrón a Olmedo, para después acordar el monto a cobrar por el trabajo.
Días más tarde, la mujer aparecería asesinada dentro de la ostentosa casa que ambos compartían y empezarían a tejerse las novelas más sorprendentes que alguien pueda imaginar. Todas ellas pergeñadas a efectos de quitar la luz pública sobre la figura de Macarrón.
Debieron pasar 12 años para que la verdad empezara a develarse. Por lo pronto, tuvo que morir el exgobernador José Manuel de la Sota para que empezara a descorrerse el velo de la impunidad.
En ese contexto, este martes Macarrón se presentó ante el fiscal Luis Pizarro vestido con un saco oscuro y una camisa clara, resaltando en su pecho un prendedor dorado.
Durante la diligencia, fue notificado formalmente que la fiscalía recaratuló el hecho y ahora lo imputa de "homicidio calificado por precio o promesa remuneratoria", aunque el agravante por el "vínculo" se mantiene.
El viudo decidió no hacer declaración alguna ante la Justicia. Está en su derecho… aunque dicen que el que calla otorga.