Así se gestó la primera gran operación del 2019 para tratar de desacreditar la investigación periodística y judicial que puede cambiar la historia argentina.
Todo lo que hizo el periodismo profesional, con los ejemplos de Diego Cabot y Jorge Lanata en investigaciones conocidas como “los cuadernos de la corrupción” y la “ruta del dinero K” entre otras, es lo que no hizo el autor de “Robo para la Corona” en su última “investigación”. No chequeo un solo dato, no contrastó la información obtenida por una fuente con su contexto y no llamó a los protagonistas de la historia para darles la posibilidad de que, al menos, negasen los hechos. Más aún, al mejor estilo de las prácticas de los servicios de inteligencia, mezcló datos sin ton ni son para alimentar el fanatismo de sus lectores y embarrar la cancha judicial.
Pero sobre todas las cosas: La supuesta investigación periodística no es más que la desgrabación de conversaciones privadas realizadas por dos viejos conocidos que – se deja entrever en uno de los audios – hablan de causas judiciales y de los supuestos vínculos que el “espiado” se jacta de tener y que posiblemente sean ciertos. No sabemos si la extorsión era real pero, tristemente, es una práctica común que abogados, por lo general, vinculados con los servicios de inteligencia, exijan dinero a empresarios o funcionarios caídos en desgracia para “evitar ser mencionados en una causa judicial”. Leonardo Fariña abandonó a sus antiguos letrados cuando se enteró que visitaban a Lázaro Báez en la cárcel de Ezeiza. Cuando todo el mundo comentaba lo que podía llegar a generar el ventilador que había prendido el ex marido de Karina Jelinek, varios letrados se jactaban de manejar sus dichos y, peor aún, sus silencios. Cualquier periodista que hace investigaciones, se ha enterado que, en alguna ocasión, algún vivo, quiso apretar a otra persona, alegando hacerlo en su nombre. Por eso, los periodistas debemos conocer quiénes son nuestras fuentes de información y su grado de credibilidad.
Marcelo D´alessio, el abogado “espiado”, jamás fue abogado defensor de Leonardo Fariña. Tampoco es, como dice Verbitsky, socio de Rodrigo González. El actual abogado de Leonardo Fariña, González, tiene como cliente – y no socio – a D´alessio.
Marcelo D´alessio tampoco estuvo detrás del arrepentimiento de Fariña. Recuerdo que, en el 2016, conversaba diariamente con el detenido platense. Lo defendían Franco Bindi y Giselle Robles. Antes lo había sido asesorado Guillermo Endi.
El dato es fácil de corroborar en expedientes, entradas y salidas del penal de Ezeiza y llamadas entrantes y salientes de los celulares de los protagonistas. Ese dato, otorgado por el abogado vinculado con la DEA a su confidente, es un invento. Fariña en prisión, alimentó varias bocas pero no la propia. Oportunistas, sobran.
El otro dato que legitima Verbitsky sobre los dichos del abogado espiado es la relación de parentesco con Carlos Marcelo D´alessio, escribano general del gobierno y, según el confidente, encargado de digitalizar los cuadernos de Oscar Centeno, conocidos como los cuadernos de la corrupción. ¿Alguien se preguntó si decía la verdad? ¿Son realmente parientes?. Al tío le apareció un sobrino cuando un cohete llegó a la luna.
Por supuesto tenía que aparecer el fiscal de la causa que más preocupa al kirchnerismo, en escena. ¿Tan impune se creerá el fiscal Stornelli que, mientras realiza la investigación judicial más grande de la historia del país con toda la Patria Contratista sentada en el sillón de los acusados, va a extorsionar a un Don Nadie por unos miles de dólares?. ¿Quién le presentó al abogado al fiscal?. ¿Cómo se conocieron?. Son preguntas que los involucrados deberían responder para conservar, sobre todo Stornelli, su credibilidad.
Los audios son extractos de una conversación de casi 3 horas entre el empresario supuestamente extorsionado y el abogado. Hay momentos de la charla hilarantes como la explicación de cómo Jorge Bergoglio llegó a Papa y quién financió su nombramiento: Mario Montoto. En la edición se evitó publicar fragmentos en los que se habla de otros protagonistas de la política argentina como Gustavo Vera o detalles risueños sobre cómo regatear la adquisición de una alfombra marroquí. Si el lector o televidente escuchase todo el material, creería que se trata de un capítulo de Seinfeld.
El dato clave que confirma que el pedido de dinero al empresario extorsionado es el conocido “cuento del tío” es que D´alessio se ofrece a pagar 100 mil dólares de su bolsillo que sacará de una cuenta bancaria en el Galicia para adelantarle al fiscal Stornelli. De esa manera, psicológicamente podría preparar a su interlocutor de que está en deuda con él. ¿Quién es tan bondadoso de poner 100 mil dólares a un tipo sospechado de lavador sin una sola constancia de que recuperará el dinero?. Claramente, esa extracción nunca se realizó y Stornelli nunca supo que usaban su nombre. Es muy sencillo de constatarlo.
Periodismo en terapia intensiva
No deja de sorprenderme la falta de criterio periodístico que han tenido algunos colegas que vanagloriaron la “investigación” de Verbitsky. Obviando sus recientes trabajos en los que se han falseado documentos relacionados con la muerte del joven Santiago Maldonado o supuestas pruebas que acreditarían el suicidio de un fiscal que, horas antes de morir, acababa de denunciar a la ex Presidenta Cristina Kirchner por traición a la Patria, preocupa que para prestigiosos comunicadores los dichos privados de un abogado que se jacta de tener incidencia en resolver las principales causas de corrupción de los últimos años, sea tomado como incuestionable.
Los mismos que no cuestionan los dichos clandestinos de D´alessio son los que desacreditan a Miriam Quiroga por “amante despechada”, a la viuda de López Rega por “loca”, a la ex mujer del testaferro de Amado Boudou por “ser parte de una operación de Clarín”, a Gisella Berger “por vedette”, a la madre de Alberto Nisman porque “su hijo se gastaba nuestra plata en putas”, y a la decena de ex funcionarios y empresarios arrepentidos que ofrecieron jugosos datos, encuentros, nombres, cuentas bancarias y anécdotas de cómo se organizó una asociación ilícita desde el Estado para vaciar las arcas públicas. Cuando el fanatismo y la militancia partidaria se disfrazan de periodismo, los hechos no importan y la verdad agoniza en terapia intensiva.
El dato que nadie menciona
Las charlas entre el empresario extorsionado y su confidente requieren de un apoyo logístico importante. Existieron grabaciones, fotos, seguimientos. Tiempo. Casualmente, la fuente de Verbitsky lo conoce muy bien. La abogada de Pedro Etchebest es Natalia Belén Salvo, colaboradora del blog del autor de Robo para la Corona. Horas después de la publicación de la “investigación” se borró de las redes sociales. Se presentaba como abogada laboralista, peronista y kirchnerista.
Acompañó a Ricardo Nissen como candidato para integrar el Consejo de la Magistratura. Es más, lo entrevistó en el blog de Verbitsky. Nissen fue titular de la Inspección General de Justicia. Mariano Recalde hizo campaña por ellos en las redes sociales. Su padre también colabora en el blog del periodista militante.
Ambos abogados suelen dar charlas en la Facultad de Derecho sobre “la terrible realidad que se vive hoy en la Argentina” junto con los abogados de De Vido, Hugo Moyano y Cristina Kirchner.
Si el fiscal Stornelli extorsiona ciudadanos deberá ser apartado de sus investigaciones y su carrera estará terminada. Es llamativo que, un fiscal que investiga a los empresarios más poderosos de los últimos cuarenta años, se preocupe por alguien que no aparece en una causa judicial. Cuando el periodismo se hace las preguntas más simples, se acerca a la verdad. En cambio, si los formadores de opinión se convierten en actores fundantes de tal o cual proyecto político, la verdad es sólo un obstáculo para alcanzar sus verdaderos intereses. Periodismo y Punto.