Las encuestas coinciden, todas. Son unas 13 mediciones, principalmente de firmas como Poliarquía, Aresco, Analogías, Hugo Haime y Carlos Fara.
En todas ellas Mauricio Macri aparece por debajo de Alberto Fernández por unos 3 o 4 puntos.
“Es una diferencia ínfima”, dicen en el seno del gobierno, minimizando el dato. “Se puede revertir tranquilamente en las generales”, insisten.
Intentan denotar tranquilidad, pero no es tan sencillo. Es bien cierto que el trecho es menor, pero no es un dato desdeñable, sobre todo porque la política es algo más que matemática.
Toda diferencia, por poca que sea, siempre genera una lectura que va más allá de la frialdad de los números. Y el gobierno lo sabe.
Por eso, se aferra en estas horas a la única encuesta que da a Macri por sobre la figura de Fernández. Se trata de un estudio privado realizado por Isonomía a pedido del banco BTG Pactual.
Más allá de la alegría que brinda esa medición al gobierno, cabe preguntarse: ¿Por qué una entidad bancaria mide la figura del jefe de Estado?
Debe mencionarse que el BTG Pactual es un banco de inversión brasileño especializado en capital inversión y capital riesgo, además de la administración de fondos de inversión o patrimoniales y fondos gubernamentales.
Podría deducirse, pues, que los mercados internacionales siguen de cerca, no solo lo que ocurrirá en las elecciones generales de octubre, sino que además se interesan por la suerte de las PASO.
Ergo, no es ninguna elección menor, como pretende el oficialismo imponer en estas horas.
Como sea, el macrismo se aferra a esta última medición cual tabla de salvación, esperanzado en poder torcer el destino que le auguran los demás encuestadores.
Sin embargo, no debería ser su principal preocupación, sino más bien lo que ocurre en estas horas en el mundo, donde la devaluación del yuan, en medio de la guerra comercial entre China y EEUU, empieza a traccionar al dólar hacia arriba.
Ello provocó el derrumbe de los mercados globales, tópico que a su vez arrastró a los bonos y las acciones argentinas, llevando al Riesgo País a superar los 900 puntos.
Tal escenario podría complicar aún más las chances del oficialismo en las primarias, cuya suerte vive atada al derrotero de la economía y las finanzas de cabotaje, siempre proclives a la volatilidad y la incertidumbre.
Fue en otro contexto, pero bien lo dijo Bill Clinton en 1992, cuando competía contra George Bush: “Es la economía, estúpido”.