La "paridad extrema" de la que hablaba el Gobierno antes de las PASO de este domingo finalmente no existió.
Juntos por el Cambio sufrió una aparatosa caída en las urnas y el resultado de las primarias, lisa y llanamente, dejó al presidente Mauricio Macri al borde del adiós.
En la Casa Rosada, manejando datos de encuestas realizadas en los últimos días supuestamente, se entusiasmaban con la posibilidad de que el oficialismo se ubicara a "dos o tres puntos" del Frente de Todos. Una diferencia de esas características sería considerada como una victoria.
Incluso perder por cinco de diferencia habría sido tomado como un escenario positivo con miras a la segunda escala de la rayuela electoral de 2019, los comicios generales del próximo 27 de octubre.
Pues bien, nada de eso sucedió en definitiva; ni la paridad ni la polarización extrema. El Frente de Todos apabulló al macrismo en las urnas y hoy por hoy, se encamina hacia un triunfo en primera vuelta dentro de 11 semanas.
Más categórico aún resultó el triunfo del kirchnerismo en la provincia de Buenos Aires, allí en donde, también de acuerdo con el oficialismo, la gobernadora María Eugenia Vidal libraba en la previa una contienda "cabeza a cabeza" con Axel Kicillof.
El resultado de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) de este domingo significa para el Gobierno un golpe a la mandíbula del que difícilmente logre reponerse.
En este contexto, el primer objetivo para el macrismo debería ser tratar de despegarse cuanto antes de esa sensación de derrota y de ciclo cumplido con la que la gestión oficial tendrá que lidiar al menos en el corto plazo a partir de hoy.
La aplastante victoria de la dupla Alberto Fernández-Cristina Fernández de Kirchner también supone para el oficialismo el desafío de intentar reparar de urgencia el vínculo con esa porción del electorado que recurrió al "voto castigo" para protestar contra las políticas del Gobierno.
¿Tendrá tiempo? ¿Tendrá margen? ¿O las cartas están echadas? Todo eso está por verse. Lo cierto es que, después del rendimiento de este domingo, evitar una derrota en primera vuelta y alcanzar un balotaje parece una quimera para el macrismo.
Está claro que faltan poco más de dos meses para las elecciones generales y que el oficialismo podrá mostrar gestión y lanzar medidas para tratar de reconquistar a esos votantes que en algún momentos confiaron en "el cambio" y que este domingo le dieron la espalda a la dupla Macri-Pichetto.
De todos modos, en la provincia de Buenos Aires, allí donde las crónicas periodísticas aseguran que en cada elección se libra la madre de todas las batallas, al macrismo le resultará sumamente peliaguda la misión de salvar a Vidal.
Así las cosas, el kirchnerismo -resucitado por los errores del propio Gobierno- parece haber quedado a un paso del regreso al Poder, en la Nación y también en el distrito bonaerense, cuatro años después de que poco más de la mitad de los argentinos le bajara el pulgar en las urnas, para designar a Macri como Presidente de la Nación.
En este escenario, las miradas estarán enfocada en lo que ocurra con los mercados a partir de mañana, además del devenir político del oficialismo, después de los esfuerzos realizados en las últimas semanas para mantener calmo el tipo de cambio.
Para el jefe de Gabinete, Marcos Peña, el resultado de estas PASO puede generar "intranquilidad". Así lo aseguró un rato después del cierre de los comicios, dando quizás el puntapié inicial a una nueva "campaña de miedo" con vistas a las elecciones generales de octubre.
Sea cual fuera la estrategia que adopte el macrismo en las próximas semanas, el desenlace de la convocatoria a las urnas de este domingo resultó lapidario para el Gobierno, que pagó caro el hecho de haber decepcionado al electorado -sobre todo en los dos últimos años, tras los comicios de medio término de 2017-. Así, quedó en las puertas mismas del adiós. Emiliano Rodríguez