Esta semana la sociedad se vio conmocionada por el crimen de Navila Garay, una adolescente de 15 años que luego de asesinada fue enterrada en una quinta de la localidad bonaerense de Chascomús.
Rápidamente, las miradas se posaron sobre la figura de Néstor Garay, a quien la familia acusó de “vivir acosando” a la adolescente. Y aunque finalmente se comprobó la autoría del hombre, muchas cuestiones no terminan de cerrar. Tópicos que la familia denota conocer y calla por cuestiones que no están del todo claras.
Por caso, es llamativo que el victimario haya tenido semejante saña a la hora de asesinar a Navila, sobre todo viniendo de alguien que no ostenta antecedentes criminales. Analizando casos similares, siempre aparecen dos tópicos: la venganza o la pasión.
Otra cuestión: el clan sostuvo que Navila trabajaba limpiando la casa del victimario. Incluso, se aseguró que este último le debía dinero por esa labor.
Es curioso, porque apenas conocida la muerte de la adolescente, su madre, Débora Garay, expresó a los medios que el detenido era "una basura, un abusador y un pedófilo". Más aún, su hermano, Pablo, advirtió: “Este hombre regenteaba mujeres, la policía lo sabía y no hacía nada para frenar eso".
Entonces, aparece el primer interrogante, el más inquietante: si todos sabían que Garay era semejante monstruo, ¿cómo es que permitían que Navila trabajara en su vivienda?
También es curioso el escueto comentario que hizo el victimario apenas apresado, quien declaró que la adolescente "lo extorsionaba" y le habría advertido que "lo iba a denunciar por abuso sexual".
¿Por qué dijo algo semejante Garay, sabiendo que lo implicaría directamente en un hecho aberrante que se suma al crimen de marras? ¿Por qué habló de “abuso”? ¿A quién fue dirigido ese mensaje?
Respecto de la Navila, ¿qué quiso decir su madre cuando sostuvo que “era una chica con muchas libertades”?
Y más aún: ¿Por qué la abuela de la adolescente, Elba Luque, contradice a la familia respecto del presunto acoso? “Yo le pregunté con qué intenciones iba (Navila a la casa de Garay) y si se había querido propasar y ella me dijo que no", sostuvo la mujer este martes.
Por otro lado, ¿qué quiso decir la abuela al mencionar que “esta ciudad no es grande y nos conocemos entre todos”?
A esta altura, está claro que la trama no tiene nada que ver con lo que relata el clan: aunque no lo dice, la propia fiscal del caso, Daniela Bertoletti, sospecha que la adolescente era “entregada” a Garay (digresión al margen: no es la única familia que hace algo semejante en Chascomús).
La mismísima funcionaria judicial reveló este martes que se obtuvieron testimonios que indican que la víctima concurría "con algún fin sexual" al domicilio del presunto victimario.
"Tenían trato frecuente, Navila iba a la casa. Era una situación conocida para la familia. Inclusive el martes (10 de octubre, el día que se habría cometido el crimen) le dijo a la abuela ´voy a ver a Lito y vengo´", expresó la fiscal.
La familiaridad entre víctima y victimario incluso se revela en el video que trascendió en las últimas horas, en el cual ambos iban juntos en una moto hacia el domicilio del presunto asesino.
A esta altura debe aclararse lo obvio: nada justifica el horrendo asesinato de Navila, aunque sí debe aclararse el contexto. Porque todo se ve muy parecido a lo ocurrido en su momento con Candela Rodríguez, la nena que fue asesinada en el marco de una venganza narco y cuya muerte intentó hacerse pasar como un hecho de inseguridad.
Es pertinente mencionarlo, ya que este cronista fue el que desnudó esa trama en el año 2011, mucho antes de que los grandes medios cayeran en la cuenta.
En estas horas, ocurre algo similar en el caso Navila. Hay mensajes en forma de silencios y términos que se presumen crípticos. Solo entiende el que tiene que entender. Al menos, por ahora.