Alberto Fernández fue claro y conciso: por el momento, no debemos salir de nuestras casas. Básicamente, ese fue el mensaje que transmitió el presidente. Todo lo demás fueron detalles de excepciones y reglamentaciones de un decreto que recién acaba de ver la luz y que busca detener la locura generada por el coronavirus.
Todo lo que pueda puntualizarse al respecto es relevante, sí, pero lo esencial es ese punto que pronunció el jefe de Estado. Quedarnos en nuestras viviendas.
Porque estamos peleando contra un enemigo feroz e implacable, con el que no se puede negociar y que no entiende de clemencia ni piedad. Llegó para matar. Y lo hace mejor que nadie.
Las palabras de Fernández denotaron seguridad, pero también preocupación. Quizás porque horas antes una horda de irresponsables automovilistas decidieron irse a Pinamar y Villa Gesell, entre otros destinos turísticos.
Como si no estuviéramos en medio de una insoportable pandemia que ya ha liquidado a más de 10 mil personas en todo el mundo. Como si todo se tratara de unas relajadas vacaciones.
Por eso, el mensaje que endilgó el mandatario es gravitante: no por el “contenido” sino por el “continente”.
Porque fueron palabras de desesperación de quien sabe que no logrará llegar al corazón de aquellos que no tienen corazón. De quienes minimizan la problemática y creen que nada ocurrirá en la Argentina. Quizás porque Dios es argentino… ¿o ya no atiende en Buenos Aires?
Lo cierto es que los italianos tuvieron la misma pulsión en su momento —de minimizar la importancia del virus— y ahora no pueden parar la catarata de fallecimientos que se da en su territorio. España ídem... Ergo, ¿no podemos ser capaces de anticiparnos a esa misma situación?
Muchos preguntan en estas horas si las medidas anunciadas por el gobierno servirán o no servirán. ¿Cómo saberlo?
Todo depende de lo que hagamos todos y cada uno de nosotros. No porque haya más o menos penalidades por nuestras conductas, sino por una cuestión de responsabilidad social, empatía y solidaridad.
Ya lo dije en una nota anterior sobre este mismo tópico: podemos ser Corea del Sur, que logró aplacar la locura del coronavirus; o podemos ser Italia, que no logra domarlo.
Todo depende de nosotros.