La cuarentena que impuso el coronavirus resultó ser un espejo de las peores conductas de los argentinos. Unos mostraron total alineamiento a las normas impuestas, quedándose en sus casas a efectos de intentar parar la locura del Covid-19; otros no dieron relevancia a la cuestión y siguieron con sus vidas, demostrando que no les interesa en absoluto lo que ocurre con los demás.
Dentro de este último grupo aparecen personajes como el surfer Federico Llamas, Miguel Paz, el personal trainer que golpeó a un guardia de seguridad e incluso Marcelo Tinelli, quien viajó a Esquel con toda su familia. Como se dijo, una real postal de cómo somos.
Sirva la introducción para mencionar el caso de Héctor Horacio Martínez Sosa, un empresario que vive en San Fernando, provincia de Buenos Aires, que viola la cuarentena a diario. Tal es así, que sus propios vecinos lo han denunciado en más de una oportunidad… sin éxito.
A pesar de los llamados y “escraches” permanentes, nada ocurre con este hombre, sencillamente porque ostenta la protección de su amigo Alberto Fernández, el mismísimo presidente de la Nación.
Ello le permite recibir en su domicilio a personas de diversa índole día tras día, violando la cuarentena impuesta por este último. Entre otros: su personal domestico, su personal trainer ysu jardinero.
Sus vecinos han intentado exponer la situación ante policías, tanto de la provincia de Buenos Aires como del partido de San Fernando, pero solo han recibido como respuesta un “ya vamos”, que luego jamás se materializa en los hechos.
Ciertamente, la impunidad de la que goza proviene, como ya se refirió, de su amistad con el presidente de la Nación, a quien incluso recibió en su domicilio justo antes de que este asumiera como primer mandatario.
Por caso, supo estar casado con quien fue una de las secretarias del hoy presidente, cuando era jefe de Gabinete, Maria Cantero, sospechada de actuar como prestanombre de Fernández en esos días.
Aparece allí toda una trama de negocios que fue descubierta por su “segundo”, Jorge Rivas, y que culminó en un suspicaz hecho de violencia contra este.
Más aún, Martínez Sosa figura en la declaración de bienes del propio Jefe de Estado como acreedor.
El hombre, que es accionista de las empresas Flyers Concierge Latam SA y Safety Consultora de Higiene y Seguridad SA, supo hacer mucho dinero cuando Alberto era mandamás en el Bapro a través de una productora de seguros.
Hoy en día, como se dijo, recibe a propios y ajenos en su domicilio de Primera Junta 2671, San Fernando. Allí posee dos ostentosas casas, una de las cuales está justo en el cruce con la esquina de Guido Spano, donde fueron anexados dos lotes vecinos de 600 M2 cada uno en los últimos 4 años.
En uno de estos últimos se construyó una casa que es usada como gimnasio; a su vez, en la casa original, Martínez Sosa tiene una impresionante bodega subterránea, donde colecciona vinos carísimos.
Como puede verse, el hombre no pasa desapercibido. Sus vecinos, como se mencionó, están preocupados y molestos por su persistente violación de las restricciones por el coronavirus. “¿Y si alguno de los que viene está infectado, incluso sin saberlo?”, dijo una vecina a este periodista. Sus resquemores son compartidos por los demás vecinos, que observan impávidos la impunidad de la situación.
Ocurre todo el tiempo, de manera incesante. Quien lo dude, solo debe pararse en la puerta del lugar el próximo sábado: allí verá, como cada semana, llegar al jardinero. También podrá encontarse con el personal trainer, que sabe llegar en su automóvil Ford, patente MLY 339.
Ser amigo del presidente tiene sus privilegios...