Ni una sola pregunta comprometedora. Nada que haya siquiera despeinado a Alberto Fernández. Todo fue “arrojar centros” que fueron oportunamente cabeceados por el presidente de la Nación.
La “jugadora” fue Rosario Lufrano, quien decidió entrevistar al mandatario a través la TV Pública.
Dicho sea de paso, fue un ejercicio que careció de ética y sentido común: la mujer es titular de RTA (Radio y Televisión Argentina), que depende del Poder Ejecutivo, cuyo mandamás es… el propio Alberto.
Como se dijo, no hubo un solo interrogante planteado al jefe de Estado que lo complicara, solo preguntas que hasta parecían pactadas de antemano. Todas referidas al manejo oficial de la pandemia del coronavirus.
¿Alguna crítica a Ginés González García, quien minimizó el avance del virus? Nada de nada. Tampoco hubo cuestionamientos ni preguntas respecto del intento de “negociado” que llevó adelante el ministerio de Salud en la compra de reactivos para coronavirus.
La idea era beneficiar a la empresa Roemmers —retorno mediante—, pero la reacción de miles de avispados tuiteros en las últimas horas hizo recular al gobierno. Al menos, por ahora.
Volviendo a la entrevista... terminó siendo un cóctel insulso, que careció de grandes definiciones y anuncios. Fue una suerte de remake de aquellas viejas entrevistas que solía hacer la TV Pública a Cristina Kirchner, siempre complacientes.
Entretanto, el árbol siempre permite esconder el bosque. Porque… ¿cómo es posible que Lufrano ocupe el cargo que ocupa? ¿Cuáles son sus antecedentes aparte de haber sido ultra defensora del kirchnerismo y “amiga íntima” de Hugo Chávez?
¿Acaso es una devolución de favores a su marido, el cuestionado exjuez Daniel Llermanos, hoy testaferro de Hugo Moyano en la empresa Dienst Consulting? Imposible saberlo.
Lufrano debería explicar muchas cosas, entre otras por qué contrató como asesor a Carlos Asnaghi, ex gerente de Deportes del mismo canal, quien fue eyectado en su momento y recibió una jugosa indemnización por ello. Esto último le prohibiría volver a ser contratado.
De hecho, Lufrano intentó “ponerlo” como director de RTA pero debió recular por ese pequeño “detalle”.
Ahí apareció la “ocurrencia” de contratarlo como “Asesor de Contenidos Deportivos”, lo cual despertó todas las suspicacias dentro de la TV Pública: ¿Por qué tanta insistencia en incorporarlo? ¿Será tal vez porque Asnaghi es quien negocia los “derechos de televisación” deportivos y ahí estaría uno de los negocios de Lufrano?
Por ahora, todas son preguntas. No obstante, la inquietud es válida porque, como decía Marx, “la historia se repite dos veces y bla, bla…”.