En los últimos días, el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, se vio envuelto en un escándalo por la compra de barbijos de alta eficacia con sobreprecios.
Ello le valió una denuncia penal por parte de la referente del Movimiento Socialista de los Trabajadores Celeste Fierro, quien advirtió que “lo considero un fraude contra la administración pública, peor aún en medio de una pandemia”.
Ello a provocado el enojo de cientos de miles de habitantes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, lo cual, resulta ser esperable.
Pero, al margen de esta actuación en particular, el Gobierno porteño que lidera Rodríguez Larreta ya tiene un historial de manchas por distintos desaguisados que se fueron realizando, no sólo desde que Horacio maneja el Ejecutivo local, sino incluso antes, mientras se encontraba ostentando el cargo de jefe de Gabinete de la Ciudad durante la administración de Mauricio Macri.
Por caso, fue el propio director de Tribuna de Periodistas, Christian Sanz, quien denunció en el 2010 al referente del PRO por Tráfico de influencias.
Fue en el marco en un proyecto para la consignación de un convenio dirigido a la creación de un barrio con características similares al de Puerto Madero. Allí se pretendió otorgarle la concesión a la firma IRSA, en un negocio de un total de 600 millones de dólares
El principal interesado para que el proyecto avance era Augusto Rodríguez Larreta gerente de Relaciones Institucionales de IRSA y hermano del entonces jefe de Gabinete porteño, Horacio ídem.
Más adelante, en agosto del 2012, Rodríguez Larreta quedó envuelto nuevamente en un escándalo por presuntas irregularidades en el marco de contrataciones realizadas por el Gobierno de la Ciudad.
Entonces, quedó bajo la lupa de la justicia una mujer llamada María Paula Uhalde, quien ejercía como responsable de la Unidad de Proyectos Especiales, Construcción Ciudadana y Cambio Cultural. A la sazón se trataba de una operadora del, por esos momentos, jefe de Gabinete de la CABA.
Su función “extraoficial” consistía en reportar todo lo que sucedía a su “protegido”, Rodríguez Larreta y de hecho oficiaba como nexo entre éste último y el secretario general del gremio de los taxis Omar Viviani.
Lo que se investigó entonces fue una serie de inversiones que Uhalde realizó en un country de Pilar. Además de ello, circulaba una fuerte sospecha sobre relaciones comerciales de ésta última con uno de los choferes de Viviani, Leonardo Lucero, a quien fuentes policiales lo vinculan con el mundo del narcotráfico.
Ya como jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, los escándalos que rodeaban a Horacio Rodríguez Larreta se fueron acrecentando y acelerándose en el tiempo.
El 2018 debe ser uno de los años que el máximo funcionario porteño quiere olvidar, no sólo por la pérdida de valor político a nivel nacional, sino por la cantidad de escándalos que lo hicieron protagonista. Sobre todo por los desmesurados e innecesarios gastos que se realizaron.
En ese contexto, recién arrancado el año 2018, el Gobierno porteño resolvió contratar al Estudio Guitelman para que realice un mero informe. Dicho contrato se llevó a cabo por un total de 1.890.000 pesos.
Se trató de una tercera opinión en el marco de las obras que se llevaban adelante en pos del armado de los Juegos Olímpicos de la Juventud. En otras palabras, casi dos millones de pesos tirados a la basura.
Sólo dos semanadas después, se vio envuelto en otra polémica por subsidiar a un grupo de periodistas y escritores. Entonces, desde el ejecutivo provincial, le explicaron a Tribuna de Periodistas que dicho beneficio se encontraba enmarcado en el “Régimen de Reconocimiento a la Actividad Literaria de la CABA”.
Para obtener el subsidio, se debe ser natural de la Ciudad o haber vivido en la misma por lo menos los últimos 15 años. Uno de los beneficiados, Hernán López Echague, había estado viviendo hasta hacía poco tiempo en Uruguay, por lo que debería haber quedado exento del “reconocimiento”.
Otro de los que aparecía en la lista era Nerio Antonio Tello, quien se autodefine como “actor, director y dramaturgo” aunque no aparece en ninguna actividad destacada.
También estaba Alicia Susana Régoli, autora del libro “Castillo de Cuentos”. Pero otra curiosidad respecto del régimen: para obtener el beneficio se exige al menos cinco obras escritas, requerimiento que esta última no cumplía.
Para septiembre del 2018, llegaría una nueva polémica que recaería sobre la figura de Rodríguez Larreta. Se trató de la contratación de la astrologa Luján Brinzoni como consultora del Gabinete de la Ciudad.
Según se argumentó entonces, “así como es necesario invertir en recursos tangibles e intangibles para acercar soluciones que mejoren la vida de los vecinos, creemos que invertir en las personas que construyen y diseñan las políticas que transforman el día a día de los ciudadanos de la Ciudad de Buenos Aires es relevante para la eficiencia de la gestión”.
De más está decir que una astrologa no puede mejorar ningún tipo de gestión, ello teniendo en cuenta que la astrología es, ni más ni menos, que una pseudociencia.
Ni hablar de los cargos creados para acomodar personas con ostentosos sueldos. A fines del 2018, saltó otra polémica por la cantidad de gerentes y subgerentes que trabajan en el Estado provincial.
Son cuantiosas personas con cargos jerárquicos y sus consecuentes onerosos sueldos que cuestan caro a los contribuyentes de la CABA.
Y todo ello sin contar la aprobación de “gastos extraordinarios” que autoriza el ejecutivo de la Ciudad, tales como chocolates, helados, empanadas y taxis que son pagados por parte del erario público.
En fin, Horacio Rodríguez Larreta, con la cuota de poder que ostenta, utiliza al Estado para beneficio propio y de los suyos. Ello podría definirse como una clara defraudación al Estrado y la consecuente estafa al contribuyente.