No lo dicen sus detractores, sino su propia tropa: “El gobierno de Alberto está a punto de colapsar”. A este cronista se lo dijo uno de sus principales asesores. Textual.
Refiere la frase a todos los frentes de batalla que enfrenta en estas horas el presidente de la Nación. Demasiados. Y la mayoría de ellos por culpa de Cristina Kirchner.
Porque es la agenda de ella, no de él. Está más que claro.
La quita de coparticipación a la Ciudad de Buenos Aires, la reforma del fuero Federal y la avanzada contra la Corte Suprema son solo algunos de los tópicos que inquietan a la vicepresidenta.
Se trata de demandas que están bien lejos de las necesidades ciudadanas. Porque, ¿a quién le importa si el cuerpo supremo tiene 5, 9 o 19 miembros? ¿O que la justicia de Comodoro Py tenga más o menos jueces?
Todas las encuestas, todas, ponen al tope de las preocupaciones ciudadanas la economía y la inseguridad, en diferente orden, pero son las dos cuestiones que más inquietan a los argentinos. Sin embargo, no es lo que está en la agenda del gobierno.
Ello explica el repentino interés de irse del país que mostraron miles de personas en los últimos días.
En una encuesta realizada por diario Mendoza Post, donde este periodista despunta como secretario General de Redacción, el 73% manifestó que, si pudiera, dejaría la Argentina. Solo un 21% no lo haría. No es nada desdeñable: votaron en esa medición más de 55 mil personas.
CFK sí cree en conspiraciones
Persiste el sabor amargo en el paladar de Cristina Kirchner, luego de la revuelta de la policía de la provincia de Buenos Aires.
La vicepresidenta no se traga aquello de que solo reclamaban una mejora salarial. Está segura de que hay una conspiración en su contra por parte de puntuales intendentes del conurbano. Particularmente aquellos que se mantuvieron en silencio frente a los incidentes de marras. Con un agravante: muchos de los uniformados que protestaron eran de esos distritos. ¿Casualidad? La expresidenta no cree en coincidencias.
De hecho, jura que tiene en su poder escuchas, filmaciones, seguimientos, fotos y grabaciones que sostienen su teoría del complot. Es material que le acercó uno de sus hombres de confianza dentro de la Agencia Federal de Inteligencia.
Más allá de esos registros “documentales”, Cristina sospecha de un personaje puntual: Eduardo Duhalde. Cree que no son casuales sus ácidos comentarios de las últimas semanas, sobre todo aquel que habló de un eventual “golpe” contra el gobierno. ¿Fue el preludio de lo que ocurrió luego con la policía?
La vicepresidenta no olvida que Duhalde aún hoy sigue pisando fuerte en la provincia de Buenos Aires, el terruño que domina desde los tiempos de la memoria.
Este mismo jueves, el expresidente interino sostuvo que “Alberto Fernández está ‘grogui’, como De la Rúa”.
Un día después, Carlos Ruckauf —otro bonaerense de ley—, hizo la interpretación de la frase: dijo que Duhalde “desea” que el presidente “se deshaga políticamente” de Cristina.
Ciertamente, no es algo nuevo ni novedoso: Tribuna de Periodistas reveló el pasado 3 de julio una conversación entre el hoy jefe de Estado y Duhalde, donde este último le dijo textual: “Alberto te la tenes que sacar de encima”. Cristina no desconoce los pormenores de esa charla.
Dicho sea de paso, el lunes se sumará un nuevo eslabón a la cadena de sospechas de la vicepresidenta: habrá una multitudinaria movilización realizada por municipales de La Matanza en busca de mejoras salariales. Quien la impulsa es Daniel Troncoso, secretario General del sindicato ad hoc, de buena llegada con Verónica Magario, exintendenta de esa estratégica localidad.
Las sospechas de Cristina ya venían posándose en su figura luego de que se comprobara que el policía que se subió a una antena en Puente 12 el día de las protestas, Oscar Pagano, tiene vínculos con la hoy vicegobernadora. A continuación puede verse una foto del uniformado y Magario.
A la imagen, que habla por sí sola, se suma el hecho de que la exintendenta de La Matanza ha enfriado su relación con Axel Kicillof, alfil de la expresidenta.
¿Cuál es la certeza de Cristina? Cree que se está armando una movida para “despegarlo” a Alberto de ella, lo cual es parcialmente cierto. Solo parcialmente.
En esta misma columna se ha contado hace varias semanas que se han conformado puntuales grupos “albertistas”, dos de ellos integrados por jóvenes. No obstante, no han sido pergeñados ni motorizados por el hoy jefe de Estado.
Sí ha sorprendido a reputados analistas del discurso que Alberto hable cada vez menos de Cristina. Incluso cuando le preguntan por ella.
Durante la semana que pasó, por caso, en una entrevista que le hizo Marcelo Figueras, en el regreso del programa Big Bang por El Destape Radio, solo se limitó a decir que "habla muy a menudo" con la vicepresidenta. No dijo de qué ni cuándo. Aún cuando se lo preguntó el entrevistador.
Allí mismo dijo una frase que fue la burla hacia su persona en las redes sociales: "Estoy haciendo lo que prometí en la campaña".
Cientos de tuiteros le recordaron que ello era falso: pusieron como ejemplo aquello que auguró sobre jubilados, salarios e impuestos.
Lo que viene
La agenda que viene sigue siendo la de Cristina. En primer lugar en lo que refiere a los jueces Bruglia y Bertuzzi, aquellos que la complicaron judicialmente en su momento.
Luego del éxito que obtuvo la semana pasada en el Senado —al lograr que se “anularan” sus traslados—, la vicepresidenta buscará acelerar los concursos en el Consejo de la Magistratura para cubrir las dos vacantes que han dejado los magistrados mencionados. Y sumará dos más. Atenti.
Otra cuestión que se pondrá heavy es la referida a la relación de Alberto y Horacio Rodríguez Larreta por la cuestión de la coparticipación, ya que se viene una disminución de fondos aún más profundo durante esta semana que comienza.
Se oficializará a través del recorte del excedente de recursos que le concedió Mauricio Macri al jefe de Gobierno porteño en 2016. Ya hay un proyecto de ley y todo, donde se decide fijar un mecanismo distinto para solventar el traspaso de la Policía.
También se viene una nueva denuncia contra Macri, impulsada por la titular de la AFI, Cristina Caamaño.
Será acaso una de las últimas presentaciones judiciales que llevará a cabo la jefa de los espías ya que su permanencia en el cargo está puesta en duda, sobre todo después de la revelación que hizo quien escribe estas líneas respecto de la imparable cantidad de contagios por coronavirus en la central de inteligencia vernácula. Incluso ya hay un fallecido llamado Carlos Carella.
En otro orden de cosas, empieza a preocupar al kirchnerismo que en las últimas marchas contra el gobierno aparezcan militantes K. Los han rastreado a través de sus redes sociales. Por ahora son pocos, pero es una tendencia creciente.
Ello denotaría el hartazgo que se percibe en estas horas por la errática marcha de la economía argentina. Es un tópico que está a punto de sufrir un fuerte revés: una inminente devaluación.
Es lo que se habla en estas horas en el Ministerio de Economía que comanda Martín Guzmán, donde aún no logran recuperarse de la piña que provocaron las repercusiones de la profundización del cepo al dólar.
“El Central se lanzó a frenar el alza del dólar”, tituló diario Clarín. No ahora, sino el 12 de noviembre de 1992. “No aprendemos más”, sabía decir mi abuela. Y no se equivocaba.
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