Nuevamente se pone sobre la mesa la discusión que refiere a la baja de la edad de imputabilidad en la Argentina. Un debate recurrente que pulula por el escenario político desde hace ya una década.
Después de poner esa idea sobre la mesa por un tiempo, la iniciativa parece perderse y el tema no vuelve a ser mencionado hasta que un menor comete un crimen brutal y es allí, nuevamente, que se le sopla el polvo a esa ya vieja idea que cada tanto reaparece en el ideario de un puñado de dirigentes políticos.
Esta vez, la discusión surgió por un crimen cometido por un menor de 15 años y que le costó la vida a un ciudadano armenio de nombre Dmitri Amiryan, residente permanente en Argentina.
Entonces es necesario analizar, una vez más, la efectividad que pueda tener esta medida en caso de llegarse a aplicar alguna vez.
Antes que nada es necesario aclarar que en promedio, sólo el 5% de los delitos son producidos por menores de 16 años, ello, lógicamente, no quita el hecho de que deban ser responsabilizados por sus actos.
Tras ello, debe ponerse sobre el tapete la discusión más compleja ¿Saben estos menores lo que están haciendo? Si bien cada caso debe analizarse por separado, en rasgos generales no comprenden las consecuencias directas de su actuar, aunque sí que están haciendo algo malo.
Por tanto, lo que no se puede discutir, es que los comportamientos delictuales se agravan con el tiempo y, probablemente, adquieran una dimensión aún más peligrosa.
Pero en lo referido a la medida en particular, existen dos países que son el botón de muestra: Venezuela juzga y condena como adultos a menores desde los 12 años, Trinidad y Tobago desde los 7, sin embargo, en ambos países, la delincuencia y la violencia son factores que crecen a ritmos inusitados.
Entonces se encara uno de los debates más incómodos, aquel que indica que para terminar con la rabia hay que matar al perro. En otras palabras, matar al delincuente para terminar con la delincuencia.
Nuevamente es necesario pasar al dato duro: en Estados Unidos es legal la aplicación de la pena de muerte, sin embargo por cada 100 mil habitantes encarcela a 655, se trata de la tasa más alta de todo el mundo.
El asesinato es inviable porque provoca mayor violencia y, por ende, mayor delincuencia. En otras palabras, no sólo no resuelve el problema sino que lo agrava. Ahora, respecto de la pregunta inicial, ¿Bajar la edad de imputabilidad resuelve el problema?
Según distintos estudios relevados en distintos períodos, entre el 43 y el 64% de los delitos son cometidos por personas que ya habían tenido antecedentes penales, asimismo, aproximadamente el 25% son llevados a cabo por reincidentes, es decir, personas que estuvieron presas y cumplieron su condena, según lo establecido en el artículo 50 del Código Penal.
Conclusión: Bajar la edad de imputabilidad puede ser una herramienta más dentro de un abanico de cuestiones a cambiar, entre ellas: el sistema carcelario, la oferta laboral, la calidad educativa, entre otras.
Si se sigue creyendo que con un cambio tan sencillo se puede resolver un problema tan complejo, la sociedad en general le seguirá haciendo el juego a la política y en definitiva será la misma ciudadanía la que termine siendo perjudicada.
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