El dato no es nuevo. Lo conté en mayo de 2020: “Cristina pone a Gabriel Mariotto a controlar a Alberto Fernández”, se tituló la nota en cuestión.
Y se explicó cómo la vicepresidenta volvió a acudir a su viejo aliado para marcarle la cancha al jefe de Estado. Igual que hizo en su momento con Daniel Scioli, en sus días como gobernador bonaerense.
Mariotto no dejó dudas respecto de sus intenciones. En mayo pasado sostuvo, sin medias tintas: “A la Argentina después de la pandemia, me la imagino bien peronista. Con las empresas de servicios públicos y el comercio exterior en manos del Estado”, puntualizó.
Y ahora, luego de superados los peores momentos “pandemiales”, volvió a la acción. Tal cual había prometido entonces.
Aseguró que se presentará en las elecciones del Partido Justicialista, de la mano del gobernador de San Luis, Alberto Rodríguez Saá, a efectos de competir con Alberto Fernández, quien soñaba ocupar ese mismo sitial este mismo año.
En la lista en la cual aparece Mariotto, también se asoma el nombre de la jujeña Milagro Sala. Esa es la “rúbrica” de Cristina detrás de la movida.
Por si no fuera suficiente lo antedicho, el otrora vicegobernador de la provincia de Buenos Aires se desmarcó de Alberto con una definición tajante: "Nosotros sí creemos que hubo presos políticos durante el gobierno de Macri y que también los hay ahora (...) Negar los presos políticos es una provocación”.
Pero no todo quedó allí. Mariotto criticó de frente a Alberto por su postura en torno a la Ley de Comunicación Audiovisual: “Tengo una mirada muy crítica... ha tenido el Presidente una posición en contra de La Ley de Medios, esto está mal porque el monopolio que existe es distorsivo”.
Como ya se dijo en aquella nota de mayo pasado, frente a los dichos de Mariotto, desde el “albertismo” optaron por la prudencia y el silencio más elocuente. No habrá ni apoyos ni refutaciones… al menos por ahora.
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