El tipo apareció de repente, como quien no quiere la cosa. Con declaraciones rimbombantes y explosivas, tal cual su estilo. Eso sí, siempre monitoreado por Cristina Kirchner.
“Si Alberto no hubiese sido moderado, no ganábamos. Si en el Frente todos nos moderamos, deja de tener fogosidad. Yo no me quiero moderar”, dijo Gabriel Mariotto durante el fin de semana, en una entrevista que no tuvo nada de espontánea.
Se trata de aquel que supo ocupar la presidencia de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA) en los momentos más convulsionados del kirchnerismo. Cuando el kirchnerismo impulsaba su “guerra de guerrillas” contra el grupo Clarín.
No casualmente, uno de los que más asomaba la cabeza desde la trinchera K era Mariotto, a la sazón quien impulsó la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, pergeñada al solo efecto de desmembrar al holding comandado por Héctor Magneto.
“Es el sicario político de Cristina”, dijo a este cronista un conocido exgobernador bonaerense del peronismo. Eran los idus de 2010 y faltaban pocos meses para que la hoy vicepresidenta impusiera la figura de Mariotto como candidato a vicepresidente de Daniel Scioli. En realidad, lo puso para controlar a este último, en lo que fue un macabro plan para hacerle un “golpe” desde dentro del propio peronismo.
Tribuna de Periodistas lo contó con lujo de detalles en noviembre de 2011 en esta nota. “El Proyecto Mariotto Gobernador es la idea de terminar con la carrera de Scioli no más allá del mes de marzo. Y junto con Gabriel Mariotto irían a La Plata las cabezas que designe La Cámpora. Posiblemente, el propio Máximo Kirchner esté manipulando la operación”, se dijo en ese artículo, que se basó en una docena de entrevistas a referentes del PJ bonaerense.
Poco después revista Noticias contó algo similar en una nota titulada “El matón de Cristina para tumbar a Scioli”.
Algo ocurrió posteriormente y el plan fue desactivado. Se habló de una reunión secreta entre Cristina y Scioli, donde se acordaron ostentosos cargos para referentes de La Cámpora y puntuales negocios en territorio bonaerense. Pero eso es incomprobable.
Ahora, los mismos que alertaron en su momento por el presunto golpe contra el otrora gobernador de Buenos Aires, advierten que Mariotto ha vuelto a las andadas a pedido de la vicepresidenta, para poner “en vereda” a Alberto Fernández.
Las fuentes consultadas advierten cierta tibieza por parte del presidente de la Nación, sobre todo en lo que respecta a tópicos como el impuesto a la riqueza y la posibilidad de que el Estado se quede con parte de las empresas a las que está ayudando económicamente en la liquidación de salarios. Ciertamente, es el discurso del camporismo más duro.
Por eso, no es casual la frase que pronunció Mariotto el fin de semana: “A la Argentina después de la pandemia, me la imagino bien peronista. Con las empresas de servicios públicos y el comercio exterior en manos del Estado, con un Estado bien fuerte porque la Argentina tiene la obligación de resolver cómo seguir alimentando al mundo pero primero debe resolver la mesa de los 45 millones de habitantes de nuestra patria”.
Para que no queden dudas de las intenciones del cristinismo, el extitular de la AFSCA advirtió que “hay que trabajar para que cuando termine la pandemia” se pueda “desarrollarse una sociedad más equitativa y más justa (…)De la pandemia tiene que salir un Estado recontra fuerte”.
Frente a los dichos de Mariotto, desde el “albertismo” optaron por la prudencia y el silencio más elocuente. No habrá ni apoyos ni refutaciones… al menos por ahora.
Lo que sí hay es preocupación, porque la avanzada que se pergeña va contra el republicanismo que invocó el jefe de Estado durante su campaña. Es un chiquero en el que Alberto no quiere meterse. Básicamente, porque sabe que siempre se termina enchastrado cuando se juega con barro.
Pero no podrá escapar de ese derrotero, porque, para ello, debería romper con Cristina. Y no lo hará. Ergo, quedará “pegado” a las acciones del kirchnerismo más radicalizado.
Una de las más polémicas ya la anticipó Mariotto en la misma entrevista: refiere a los medios de comunicación. “Hay que discutir la concentración mediática, es obligación del Frente que integramos poner la concentración mediática en la agenda”.
El debate huele a naftalina, es cierto… pero el kirchnerato no suele caracterizarse por su buen olfato.