En pleno Día del Periodista, Alberto Fernández decidió citar al gran maestro Ryszard Kapuscinski. Lo hizo a través de su cuenta de Twitter, luego de que Cristina Kirchner hiciera lo propio.
“Dijo Kapuscinski que ‘para ser periodista hay que ser buena persona. Hay que ser una persona honesta, lejos de la equidistancia y con la suficiente memoria histórica para saber de donde viene el origen de cada problema’”.
Es curioso que el jefe de Estado haya decidido citar al siempre ponderado Ryszard, porque su gobierno, aquel que encabeza, no ha sido pródigo en aprietes a los cronistas. De diverso tenor.
Arrancó allá lejos y hace tiempo, en los idus de 2003, cuando Alberto era una suerte de cuzquito de Néstor Kirchner.
Llamaba en esos días a los periodistas y los conminaba a bajar los decibeles respecto de las críticas que estos endilgaban al recién llegado gobierno K. “Yo te puedo hacer mierda”, decía. “Nos” decía, más bien.
Los “independientes” éramos muy pocos. Ni siquiera el grupo Clarín estaba exento de los encantos que oficiaban aquellos cánticos de sirena de Néstor y Cristina. Amor que se rompió en 2008, luego de la guerra con el campo, tras la Resolución 125.
Entonces, los pocos que mostrábamos la corrupción de los Aníbal Fernández, los Ricardo Jaime, los Julio De Vido, los Ricardo Echegaray, y otros, nos ligábamos la reprimenda del entonces jefe de Gabinete. Hoy devenido en presidente de la Nación.
Luego llegaban las cartas documento, los juicios por calumnias e injurias y, finalmente, las amenazas personales. Sin mencionar los escraches en programas del estilo 678, que me tocó sufrir en carne propia. Solo por hacer un trabajo honesto e independiente.
Por eso, no puedo tolerar que Alberto cite a Kapuscinski. Porque fue quien luchó desde su humilde lugar a lo largo de su vida para lograr que el periodismo sea sinónimo de excelencia y honestidad.
Es el contexto de aquella frase que mencionó el presidente, que se resume en algo muy sencillo: nadie puede ser buen periodista si no es una buena persona. Mantra que bien podría aplicarse a la política. ¿O acaso se puede ser un buen funcionario sino se es un correcto ser humano? Teléfono para los K.
Digresiones aparte, me gustaría destacar un mensaje, de los tantos que me llegaron este lunes. Me lo escribió el joven colega Rafael Garduño, a quien conocí hace unos años en Mendoza.
“Christian. Perdón las molestias, pero quería saludarte en este día. Te aprecio y admiro mucho. Agradezco profundamente la DOCENCIA, la valentía y la pasión que tenes. No exagero al decir que me cambiaste un poco la vida y que amo al periodismo por personas como vos. A veces a mi también me dan ganas de ‘dejarme de joder y cumplir mi sueño de abrir una pizzería’. Tus conocimientos son impagables y sin embargo están gratis en internet, eso habla de cómo sos como persona. Cuando termino de escribir algo siempre me pregunto ‘¿qué diría Sanz?’. Gracias de verdad, sos un gran ejemplo para muchos. Feliz día. Espero podamos cruzarnos de nuevo algún día”.
De más está decir que tales palabras han llenado mi espíritu en el marco de un día tan emblemático. Hacen sentir, al menos por un momento, que de algo sirve el trabajo que uno hace cada día. No sin esfuerzo.
Como sea, antes de culminar esta columna me gustaría recordarle a Alberto otra frase de Kapuscinski, que le vendría bien recordar ahora mismo en su lugar de primer mandatario: “Un hombre no empuña un hacha para proteger su cartera, sino en defensa de su dignidad”.
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