Rodolfo Suarez está más que exultante. Ni hablar Alfredo Cornejo, que no cabe en sí mismo.

Refiere esa alegría al “batacazo” de Cambia Mendoza este domingo en las PASO locales. Julio Cobos también festeja, pero lo expresa diferente, con extrema calma. Tal el carácter de Cleto.

Más allá del júbilo, lo ocurrido hoy ostenta varias lecturas. La primera, obvia: la gestión de Suarez fue ratificada en las urnas.

No se trata de un gobierno brillante, ni mucho menos. Pero carece de grandes escándalos —los medios locales ayudan a esconder aquella corrupción— y muestra un aplomo en su carácter que atrae al ciudadano promedio de la provincia.

Lo segundo que debe mencionarse es la proyección de cara a 2023 que permite esta elección, donde el radicalismo ya puede soñar con seguir ocupando la gobernación.

Es bien cierto que aún resta que lleguen las Legislativas de noviembre, pero nada indica que los números sean diferentes a los conocidos.

En tercer lugar, aparece la proyección nacional, que será aprovechada por Cornejo, quien viaja esta misma noche a Buenos Aires a imponer el “tamaño” de la victoria. Que se suma a la que se dio en Corrientes a fines de agosto pasado.

El exgobernador, hoy titular de la UCR, pondrá ese dato sobre la mesa a efectos de “negociar poder” con el PRO dentro de la coalición de Juntos.

¿Se postulará como posible candidato a presidente en 2023? Aún no se sabe. A algunos de sus íntimos les ha comentado que quiere volver a ser gobernador. Los números de hoy lo ayudarían mucho.

El que menos sacará provecho político es Cobos, desacostumbrado a la usual rosca política. No obstante, lo ocurrido refuerza la buena imagen, que parece blindada, aún cuando fue parte del kirchnerismo en 2007.

Cambia Mendoza tiene mucho para festejar, es cierto. Pero alguien debería recordarles que solo son comicios primarios. No es poco, desde ya. Pero tampoco es una decisión definitiva del electorado.

En noviembre todo podría cambiar. O no.